Eduardo Zapata

Vizcamentiras y traición

El Presidente promete muchas cosas, pero nunca las cumple

Vizcamentiras y traición
Eduardo Zapata
13 de noviembre del 2019


Ha llegado el momento de las definiciones en el voto. A pesar de que deliberadamente vamos a unas elecciones apresuradas y con corto tiempo para reflexionar, para que el Gobierno y sus servidores (poderes políticos y económicos, prensa secuestrada por la dádiva publicitaria y la ´popularidad fugaz del Presidente transitorio a quien nadie eligió´) aprovechen la escasez temporal y el voto no pensante.

A estas alturas, por más que odiemos a los congresos, nadie en su sano juicio y con la mente alerta y decente podrá decir que no hubo un golpe de Estado. O que vivimos un Estado de derecho, pues no hay separación de poderes. Servicios de inteligencia, procuradurías, fiscalías, jueces y el inefable Tribunal Constitucional trabajan al servicio de un único dueño.

Ese dueño es el señor Zeballos, pues el señor Vizcarra oscila –como diría el gran Pocho Rospigliosi– “con lo que le gusta a la gente”. Pero una cosa sí es constante en el inquilino de Palacio: su vocación de hablar y traicionar. Lo hizo con PPK a quien juró no suceder, lo hizo con el border Kenji para salvarse de la vacancia y luego traicionarlo, y lo ha hecho con el pueblo peruano al dar un golpe de Estado “de baja intensidad” que solo justifican, leguleyamente y previo suculento pago, abogaduchos de tercera.

En el año y medio que tiene de gestión Vizcarra prometió muchas cosas y ninguna la ha cumplido. Construir un hospital por día, por ejemplo. Reconstruir el Norte, por ejemplo. Ser leal con sus propios partidarios, hoy tal vez sus más feroces enemigos al verse precisamente también traicionados. Y no hablemos de la minería que unos días va y otros no. Pero su peor traición queda reflejada en la escasísima ejecución presupuestal ante un pueblo lleno de urgencias en educación, salud y seguridad.

El señor Zeballos sigue sus antecedentes ideológicos: más Estado y más corrupción. Ya propició el autogolpe, ya propició la confusión por la premura del tiempo para las elecciones. Y eso es lo que conviene y dicta el Foro de Sao Paulo, que ha lavado sus activos de inmundicia convirtiéndose en el “decente” Grupo de Puebla. Estas elecciones tienen como objetivo fragmentar aún más el espectro político para instaurar una Asamblea Legislativa que cambie la Constitución y permita la reelección presidencial. Esos son los designios de los países que nos dominan por el momento. 

Aquí no ha habido neoliberalismo, pues ni liberalismo ha habido. Solo monopolios y negociados. El grito “anticorrupción” ha servido para ocultarlo, pero es tan evidente todo que urge precisamente el voto pensado. Olvídense de los movimientos o partidos y voten por personas que ustedes conocen que harán todo lo posible para evitar que el país se encamine nuevamente por recetas de antaño, que fueron las que nos condujeron a esta situación. 

Por eso ha llegado el momento de las definiciones en el voto. O seguimos embobados con la traición evidente y los designios oscuros, pero bien vendidos por la prensa comprada, y así nos hacemos cómplices de la gran traición; o votamos por personas honestas y decentes que nos eviten caer en la trampa que se nos ha tendido. Personas honesta y decentes las hay, y somos la mayoría.

Eduardo Zapata
13 de noviembre del 2019

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