Raúl Mendoza Cánepa

Vargas Llosa y el liberalismo popular

Los pequeños y medianos comerciantes de Gamarra

Vargas Llosa y el liberalismo popular
Raúl Mendoza Cánepa
04 de marzo del 2024


El 31 de diciembre de 2011, Mario Vargas Llosa publicó un artículo en
El País titulado “El orden espontáneo”. Libertad Popular (de Rafael Belaunde) es el partido político en el que Vargas Llosa se registra, aunque más como un respaldo moral y un emblema doctrinario. Entender la libertad popular, es hacerlo desde ejemplos claves. Ya Vargas Llosa nos había referido la experiencia de los Añaños, y Gamarra no podía quedar atrás. Al escritor lo anima la heroicidad del capitalista que se hace de la nada.

El nobel peruano fue uno de los primeros en explorar el potencial de Gamarra: “En mi primer año universitario (cuenta), 1953, yo participé en una encuesta para averiguar la composición social de la que era entonces la barriada más pobre y violenta de Lima, recién formada por migrantes que bajaban de la sierra en busca de trabajo (…) Gamarra, paraíso de la informalidad y el capitalismo popular, y soberbio ejemplo de lo que Friedrich A. Hayek llamó el orden espontáneo”.

Tras releer el artículo de El País, visité el emporio comercial para dar una mirada y repreguntar. Muchos de los capitalistas emergentes son, en sustancia, liberales. No lo expresan en esos términos, pero hay un gen emprendedor que percibe bien el ideal libertario. Como en Isaiah Berlin, solo piden no ser constreñidos por coerción alguna, ni del Estado ni de privados. En ese puñado de manzanas, escribió el nobel, “se produce más riqueza y hay más transacciones comerciales que sin duda en ningún otro lugar del Perú”. Añadamos que, en esas manzanas, casi 80,000 peruanos han logrado un puesto de trabajo. Si buscamos una respuesta desde el laboratorio, necesitamos mil Gamarras en todo el Perú, centros de alta densidad comercial, donde habiten las textilerías, los talleres de producción con que se surte a Lima y las tiendas; concurridas por millones de ávidos compradores cada año.

La gran revolución desde el campo a la ciudad reside allí, donde miles de provincianos salieron de la pobreza, incluso para hacerse ricos. Vargas Llosa escribió: “un puneño al que llamaremos Tiburcio, a quien vio llegar a Lima muy joven, con poncho y ojotas, que sobrevivió vendiendo chupetes por las calles, y que ahora alquila tiendas y talleres de manufactura en estas calles por dos millones de dólares al mes”.  Aquí también una respuesta a la seguridad que todos los emprendedores deberían tener: “Por doquier me dicen que la delincuencia es menor que en otros barrios y que no son muchos los dueños de negocios y locales que tienen seguridad privada”.

Fueron los pequeños y medianos comerciantes de Lima (y Gamarra) los más rabiosos oponentes de Pedro Castillo. Lo rechazaron como candidato, como presidente y como golpista. De allí el por qué el socialismo del siglo XXI odia a los pequeños capitalistas y probablemente lo golpea de las maneras que puede. La criminalidad organizada ataca hoy a los emprendedores y el gobierno no tiene un plan. No basta la fiscalización estatal (cuan industria extractiva de la riqueza), siempre hay enemigos dentro y fuera a los que no conviene culturizar el éxito. La libertad popular es la principal resistencia al socialismo y a Sendero Luminoso. 

No tienen un CADE nacional ni le piden nada al gobierno, solo que los dejen trabajar en paz y libertad.

Raúl Mendoza Cánepa
04 de marzo del 2024

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