Tino Santander
¿Vamos rumbo al primer mundo?
A propósito del lema del CADE y la realidad actual del Perú informal y popular
La reunión empresarial CADE 2014, realizada la semana pasada en Paracas, lanzó el lema de “Hacer del Perú un país del primer mundo”. La primera impresión que tuve fue que se trataba de un hashtag electoral o tal vez un pronto alivio al frenazo económico al que no conduce el gobierno nacionalista. El CADE representa al Perú oficial con una agenda que expresa la visión de la “clase empresarial peruana”. Estoy seguro, que el debate ha tenido rigurosidad académica y política. Sobresalieron la exposición de Haussmann sobre diversificación productiva, y la Pritchett sobre educación nos llevó a la realidad (estamos a 180 años de Corea del Sur). Indudablemente que no faltó el personaje anecdótico, el cómico que animó el evento. Queda en el tintero la pregunta que se hacen intelectuales y analista políticos. ¿Están los empresarios del Perú oficial conectados con el otro Perú – el no oficial- o simplemente son una burbuja clasista que tiene gran capacidad mediática para defender sus intereses?
La respuesta es: No están conectados porque no conocen el Perú no oficial. El Perú popular y emergente camina con mucho esfuerzo por el espíritu empresarial de millones de peruanos que tienen otra perspectiva. Por ejemplo: un millón de agricultores exportadores de café en todo el país reclaman asistencia técnica y crédito al estado para combatir la plaga de la roya. Los pueblos amazónicos no tienen servicios básicos (agua y desagüe, luz, comunicaciones), tampoco hospitales adecuados para combatir enfermedades enraizadas como la malaria. El electo presidente regional de Loreto busca el aporte empresarial para el desarrollo de la Amazonia. El nuevo alcalde de Juliaca quiere una ley que declare en emergencia esa provincia para poder construir un sistema integral de agua y alcantarillado y una planta de residuos sólidos. El candidato a la presidencia regional de Puno, Walter Aduviri, quiere concesionar la vía del tren Juliaca-Puno para hacer un tren eléctrico. También quiere fomentar el sistema de alianzas público-privadas para realizar obras de infraestructura social y productiva. Los alcaldes de los centros poblados menores de Kamisea (AMUPROK), el Colegio de Ingenieros de La Convención, y El Comité de Lucha de La Convención quieren construir una planta de fraccionamiento de gas licuado con el aporte privado, para llevar gas doméstico a las macro regiones sur y centro del país.
La demanda del Perú emergente es racional, democrática e inmediata. No buscan acabar con el sistema democrático, menos con la economía de mercado. No quieren mendrugos ni programas sociales mendicantes. Al contrario, quieren crear riqueza a través del trabajo productivo. Reitero, existen 10 millones de peruanos sin agua; miles de niños alto andinos que caminan 4 horas para ir a la “escuela”. Miles de pequeños y medianos empresarios informales que no tienen otro camino que estar al margen del Estado y de la ley por los sobrecostos de la “formalidad”. Son los peruanos sin fuerza mediática, que se expresan en movilizaciones y paralizaciones violentas. Es entonces cuando el Perú oficial recién toma en cuenta que existen. También están cansados de la corrupción (en La Convención hubo un paro de 10 días contra la corrupción de alcaldes y del gobierno regional, con dos muertos, en septiembre pasado).
Es un mundo contradictorio que necesita conducción y compromiso. Esta diversidad de demandas que forman el Perú, requiere una clase dirigente que supere la frivolidad del cenáculo, que no tenga miedo y hegemonice política e ideológicamente los intereses populares del Perú. Entonces, el lema del CADE 2014 dejará de ser una ilusión.
Por Tino Santander Joo
(18 - nov - 2014)
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