César Félix Sánchez

Una propuesta imaginaria para un alcalde imaginario (II)

¿En qué sentido la política puede contribuir al bien común?

Una propuesta imaginaria para un alcalde imaginario (II)
César Félix Sánchez
22 de mayo del 2023


El espacio público debe de ser uno de los ejes fundamentales en cualquier propuesta destinada a mejorar Arequipa.  ¿Cómo lograr estructurar un verdadero espacio público en Arequipa que mejore la calidad de vida en la ciudad? Es de capital importancia, en este punto, la creación de un espacio público axial que estructure, “irrigue” y oxigene toda la ciudad, cuyos efectos podrían, como demuestra la llamada
broken window theory, tener efectos benéficos incluso en lo que respecta a seguridad ciudadana.

Este proyecto, que debe ser «de bandera» será la creación definitiva del largamente planificado Parque Longitudinal del Chili, por un lado, y el rescate definitivo del área consagrada desde hace bastante tiempo al Parque Metropolitano de Arequipa (Av. Lambramani-Av. Dolores), así como la intervención y acción directa de transformación de espacios abandonados en espacios públicos a lo largo de la ciudad. A partir de este horizonte de reflexión, convertido en una política municipal, es que deben estructurarse las demás políticas del municipio, como la defensa de lo que queda del patrimonio histórico y paisajístico de Arequipa, que debe estar orientada a una política de rezonificación «restauracionista» en la medida de lo posible (por ejemplo, volviendo a la clasificación de áreas intangibles a tantos espacios paisajísticos que, gracias a la catastrófica gestión de Alfredo Zegarra acabaron convertidos en recintos feriales). 

Respecto de la seguridad ciudadana, cabe señalar que, más allá de algaradas de serenazgos y demagogias varias para las cámaras, la principal manera, desde el ámbito municipal, para lidiar con la inseguridad ciudadana, es a través de la defensa activa del espacio público (que es, por lo general, el escenario de la delincuencia callejera)  y del involucramiento de los vecinos en esta defensa, a partir, fundamentalmente, del replanteamiento de la función del serenazgo, antes que como remedo de una fuerza policial municipal, como un factor de coordinación y sinergia entre los vecinos organizados y la Policía Nacional. 

Por otro lado, urge la planificación y promoción del conurbano arequipeño. En los últimos años, Arequipa ha desarrollado una dinámica conurbación. Este fenómeno está preñado de retos y esperanzas. Lo ideal sería ofrecer un plan de desarrollo del espacio público, de la vivienda y de la seguridad, es decir, un horizonte de esperanza de una vida de calidad a los arequipeños de estas zonas pujantes.

Finalmente, la promoción de la cultura y de la formación humana, de la paideia, aunque a veces postergada, debe ser también defendida de manera principal, especialmente en cuanto es la que provee de «vida y contenido» a los espacios públicos e incluso abre al público determinados espacios privados, todo en un horizonte que impacta en el quid fundamental de la política: la felicidad contemplativa de la que hablaba el Aquinate. 

El tema del transporte y la vialidad revisten una importancia casi de vida o muerte en lo que respecta al futuro de nuestra ciudad. Las cuestiones que deben reflexionarse técnicamente son las siguientes, entre otras: ¿sigue siendo realmente viable el SIT? De no serlo, ¿podría reemplazarse por un sistema nuevo (tranvía, etc.)? ¿Es posible hacer un gran pacto regional y nacional, a través de la Autoridad Nacional del Transporte Urbano, con la sociedad civil y los operadores políticos para asegurar una continuidad en el desarrollo de un sistema que requerirá de apoyo a lo largo de varias gestiones? Mientras se implementa este sistema, en un horizonte de 10 o 15 años, ¿es posible “domesticar” al sistema vigente a través de la defensa de estándares mínimos como los paraderos, el replanteamiento racional de rutas, el uso de vehículos adecuados, la generación de dos o tres líneas rápidas expresas, etc.? 

Pero más allá de las propuestas municipales específicas, toda reforma estará siempre amenazada y será más difícil de implementar si no se logra un marco jurídico nacional que mejore y esclarezca las relaciones y competencias entre el gobierno municipal y el regional, es decir, una nueva ley de bases de la regionalización, lejos de la confusión del eterno parche remendado de la ley toledista de 2002. Así también habrá estudiar, construir y proponer el marco jurídico y la iniciativa legislativa tendiente a la creación de la Municipalidad Metropolitana de Arequipa.

Existe en el castellano una palabra con raíces en el Siglo de Oro, ahora casi olvidada pero no por eso menos sugerente:  arbitrista, que originalmente se refería a quienes, en los siglos XVI y XVII, elevaban memoriales al rey o a las Cortes con propuestas de todo tipo para resolver problemas de hacienda y de estado. En su acepción más reciente hace referencia a la «persona que propone proyectos o soluciones quiméricas, especialmente en el ámbito de la política y la economía». No me avergüenzo de actuar como arbitrista ahora respecto al destino de mi ciudad en esta ocasión. Hasta el más mísero náufrago puede (y debe) lanzar de cuando en vez una botella al mar con un mensaje.

César Félix Sánchez
22 de mayo del 2023

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