César Félix Sánchez

Liberalismo, estatolatría y solidaridad

Reivindicar la sociabilidad natural del hombre, fundamento de toda sana política

Liberalismo, estatolatría y solidaridad
César Félix Sánchez
11 de septiembre del 2023


Ciertos  cultores e ideólogos de la economía liberal están profundamente empapados de empirismo, hasta el punto, incluso, de negar o relativizar la sociabilidad natural del hombre anulando cualquier elemento prepolítico como válido. Más allá del mercado y su absoluta autonomía –más conceptual que real- no hay nada. Los individuos son agentes aislados, no sabemos si malos o buenos, pero plenamente autónomos. A eso se le suma la única visión ética posible para el empirista radical sumido en el reino de lo meramente mesurable: el utilitarismo. La libertad individual –despojada de cualquier contenido ontológico y asimilada a la espontaneidad animal – es la única medida de la justificación de los actos. 

La consecuencia: el desarraigamiento y la anomia. Los únicos espacios compartidos serán los del consumo masivo de objetos que satisfagan necesidades inventadas, bajo la pátina de la cultura popular. Así, el liberalismo empirista acaba por formar a átomos bien cebados, cuya polaridad vital reside meramente en la oscilación entre trabajo excesivo y placer excesivo. Es la sociedad del TGIF: Thank God it's Friday! Paradójicamente, este liberalismo ufano acaba produciendo en la cultura, merced de su empirismo anti-metafísico y de su  utilitarismo animalizante, también al arquetipo del  hombre-masa y a uno especialmente inclinado a la mentalidad socialdemócrata. De esta manera, al primer frenazo económico, el workaholic adicto al consumo y el ni-ni alternativo que se rehúsa a trabajar coincidirán votando o manifestándose porque se vayan todos y venga El Gran Padre Estado a restablecer las condiciones adecuadas para un mejor ejercicio de los derechos del vientre. La prueba palpitante se encuentra en Chile. 

¿Cómo podría remediarse esta situación? Todos los principios de la doctrina social de la Iglesia ofrecen una alternativa orgánica y natural para el restablecimiento del orden, pero quisiéramos incidir en uno, largamente olvidado cuando no mistificado y convertido en una suerte de caricatura rosada para apaciguar conciencias o incluso en un caballo de Troya de un socialismo de oscuros contornos conceptuales: el principio de solidaridad. ¿En qué consiste la solidaridad? En la determinación firme y constante de asegurar el bien común para todos. Y cabe señalar que el bien común no es un mero bienestar general, sino más bien, en esencia, un concepto espiritual y moral: la posibilidad de que la sociedad incentive y permita la perfección de las potencias espirituales del hombre a través de la virtud, que es natural y espontánea en él. 

A través de este principio podemos reivindicar la sociabilidad natural del hombre, fundamento de toda sana política y asegurar más firmemente la condición de todas las actividades humanas de ocasiones de perfección real posible para el hombre. Más aún, como dice el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: «El principio de solidaridad implica que los hombres de nuestro tiempo cultiven aún más la conciencia de la deuda que tienen con la sociedad en la cual están insertos: son deudores de aquellas condiciones que facilitan la existencia humana, así como del patrimonio, indivisible e indispensable, constituido por la cultura, el conocimiento científico y tecnológico, los bienes materiales e inmateriales, y todo aquello que la actividad humana ha producido. Semejante deuda se salda con las diversas manifestaciones de la actuación social, de manera que el camino de los hombres no se interrumpa, sino que permanezca abierto para las generaciones presentes y futuras, llamadas unas y otras a compartir, en la solidaridad, el mismo don».

Recuperar la conciencia de la deuda que todo hombre tiene con sus semejantes es la forma adecuada para poder retomar una vida social y política sana y, así, lograr fundamentar una amistad política que enrumbe a los hombres hacia el bien común natural y sobrenatural. El principio de solidaridad, por tanto, es una exigencia urgente, especialmente en nuestros tiempos.

César Félix Sánchez
11 de septiembre del 2023

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