Eduardo Zapata

Tú no eres quien espero

Cuando se pierde la fe en la palabra pública

Tú no eres quien espero
Eduardo Zapata
17 de febrero del 2021


Seguro la recordamos desde nuestras épocas escolares. Me refiero a la bella dama que, asediada por pretendientes, tejía en el día y destejía en la noche para ganar tiempo y posibilitar el retorno del ser amado: Ulises. Me refiero a Penélope y a la
Odisea de Homero. Cuando finalmente él apareció, ella al inicio no lo reconoció.

Pero la fidelidad y el amor sin límites han sido cultivados sistemáticamente en Occidente. De allí que el gran Augusto Algueró escribiese para el también grande Joan Manuel Serrat, la canción “Penélope”, donde una mujer espera sentada en un andén al amado. También tejiendo. Y cuando este finalmente aparece dice un verso inolvidable: “Tú no eres quien yo espero”.

Alejándonos de la literatura, se plantea aquí el problema de la tríada esperanza - fracaso - desengaño. Tan recurrido en la literatura como en la vida diaria. 

Traigo estas escenas a la mente a propósito de las vacunas y su manejo mediático, pleno de esperanzas cultivadas, fracasos con sombras de escándalo y corrupción y desengaños. Hoy no sabemos si las famosas vacunas llegarán o si los efectos del desengaño no serán solo a corto plazo sino conocerán sus efectos sobre la salud mental de la población. También ulteriormente.

Porque de llegar algún día, es más que probable que la población –cansada del trajinar de su mente– discuta sobre las ventajas de vacunarse o no con una vacuna cuestionada. Y sujeta a sombras, no la reconozca repitiendo la expresión ”Tú no eres quien yo espero”. Otras marcas, muchas dudas y tal vez la propia tardanza en llegar propiciarán que el fracaso marque el desengaño por la demora. Pero también –a futuro– la desconfianza en la palabra pública: la promesa incumplida. Con las secuelas políticas pertinentes y una merma en la necesaria confianza en ella, generadora de complejos mecanismos psicológicos en la mente a futuro.

¿Cómo creer en lo que ya tenemos si esto nos puede resultar ya irreconocible por inoportuno? A fin de cuentas no contamos –como en el poema y la canción– con el recurso del tejido y la esperanza del amor, sino solo con la mera y ansiada supervivencia vital.

Se ha dicho que el tratamiento de esta pandemia ha sido el peor desastre económico desde la guerra con Chile. Me temo que el punto del desengaño se torne en una desmoralización inconsciente y profunda ante la palabra pública; y, entonces, alentadora no de la urgencia de la reconstrucción o la humana venganza, sino en un trauma que afecte nuestra esperanza en palabra pública. Y –lo adelantamos– ello afectaría la gobernabilidad, la competitividad y la propia psiquis de la esperanza fundada.

Ojalá el Gobierno electo el 2021 nos devuelva la fe en esa palabra pública dicente, hoy esquiva.

Eduardo Zapata
17 de febrero del 2021

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