Raúl Mendoza Cánepa

Te hablan

La importancia de la fe religiosa para superar los momentos difíciles

Te hablan
Raúl Mendoza Cánepa
10 de abril del 2022


Cuando la barca parece hundirse hay que mirar adelante y seguir remando. Hoy el Perú parece dirigirse, inexorable, a ser un país castrochavista porque no hay convicción política más inflexible que la de Vladimir Cerrón y porque no hay oposición más torpe, ingenua y débil que la que tenemos para detener al monstruo del totalitarismo. Y cuando todo parece arremolinarse en torno a lo incierto, cuando ni la libertad ni el ingreso están asegurados, vuelvo a las palabras que nos dan oxígeno para sobrevivir y luchar.

Hace unos días leía con estupor sobre el actual estado de salud de un sacerdote que es un ejemplo de coraje y amor a la gente, el padre Omar Buenaventura. Tu barrio son las redes y es, a veces, allí donde conoces a quienes te dan una gran palabra. Con un problema de salud contra el que, felizmente, puede aún luchar, nos dio una clave para dejar de sentirnos impotentes y saber que tenemos un papel en la Historia y en nuestra historia. Decía el padre (sin referirse a la política necesariamente): “¡Sigue luchando! Naciste con un propósito eterno y grande que el mundo no está preparado para ver. Yo te he colocado en esta tierra para que muchos otros a través de ti puedan conocerme y saber de mi misericordia. Tu historia y tus marcas son sagradas para mí, son intocables y llenas de mi gloria. Sigue entonces luchando, no te detengas, no te sientas menos, mira hacia adelante, confía en el autor de tu historia, cree ciegamente en mí. Yo haré grandes cosas en tu vida si me lo permites… Le hablo al Señor de ti”.

Cuando crees que la fe no es una herramienta de lucha o un revestimiento, surge alguien que te lo recuerda. Mientras él recibía su diagnóstico con la misma fe que lo hará caminar y seguir, escribió: “No te dejaré. Te prometo que no te dejaré hasta haber cumplido en ti todo lo que te he prometido. Ningún esfuerzo tuyo pasa por desapercibido, todo lo conozco, todo lo sé de ti, nada me es oculto. Yo estoy junto a ti a lo largo de la vida, en cada uno de tus momentos, Yo nunca me he movido, ni mucho menos me he ido. Permanezco siempre a tu lado, aunque tú quieras separarte de mí. No te dejaré así tú quieras alejarte, no te abandonaré así tú quieras salir corriendo cuando todo se torna difícil, no renunciaré a ti así tú quieras huir de tu realidad. Yo permanezco. Yo me quedó contigo hasta el final, sin dudar…Le hablo al Señor de ti”.

En medio de los peligros y vicisitudes que nos acechan porque así lo decidieron algunos y porque al Perú también se le vende como Judas vendió a Jesús, que para eso hacen política algunos, aparecen estas voces que te deben inyectar vigor.

Podemos hacer grandes hazañas o colaborar en las pequeñas cosas que, sumadas, hacen el cambio. Todos podemos participar en el mundo porque de la santidad no se priva a nadie, como bien lo decía San Josemaría Escrivá de Balaguer: “La santidad grande está en cumplir los deberes pequeños de cada instante”. O si no quieres ir más lejos: “Dios no te arranca de tu ambiente, no te remueve del mundo, ni de tu estado, ni de tus ambiciones humanas nobles, ni de tu trabajo profesional... pero, ahí, ¡te quiere santo!”

¡Y hay quienes, tan a la ligera, menosprecian las iluminadas avenidas de la fe!

Raúl Mendoza Cánepa
10 de abril del 2022

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