Carlos Adrianzén

Síntesis de un desesperado discurso de salida

Una propuesta destructiva para la inversión

Síntesis de un desesperado discurso de salida
Carlos Adrianzén
29 de julio del 2019

 

Dos palabras resumen implacablemente el sello del discurso presidencial del pasado 28: demagogia e irresponsabilidad. En su primera parte –digamos el porcentaje mayoritario de su texto– Vizcarra nos leyó cansinamente una prédica tremendamente demagógica. Y fue demagógica en el sentido más frontal. Como una degeneración de la democracia, dentro de la cual un político –mediante concesiones– trata de mantener el poder. 

Vizcarra acepta que la economía se enfría aceleradamente, pero culpa al mundo y a los impactos de la desaceleración económica mundial del colapso simultáneo y sostenido de la producción primaria, las exportaciones y la inversiones. Frente a esto, y esclavo ideológico de la creencia del impulso fiscal, el presidente de la República ofreció una serie de concesiones e iniciativas de gasto muy populares: en un contexto fiscal deficitario –a sabiendas de su inverosimilitud e ineficacia– anunció que su gobierno recortado:

  1. Promovería (léase subsidiaria y regularía) de manera decidida –aunque indeterminada, a modo de propuestas de ley que se han enviado al Congreso– los gastos en el sector forestal, acuicultura y turismo. No dijo nada de su impacto o financiamiento
  2. Implementaría un Plan Nacional de Infraestructura, para dizque más de 50 grandes proyectos por casi S/ 100,000 millones. No dijo nada de su impacto o financiamiento.
  3. Ofreció también una política de inclusión financiera dirigida a sectores que no tienen normalmente acceso al crédito. No dijo nada preciso al respecto, pero estas iniciativas implican inestabilidad regulatoria y subsidios. Tampoco dijo nada de su impacto o financiamiento.
  4. Anunció también la inmediata puesta en funcionamiento del Fondo Crecer, que contaría –no dijo de dónde– con más de S/ 1,000 millones, y que permitiría mejorar el acceso al financiamiento de micro y pequeñas empresas a través de préstamos o garantías. 
  5. Pagaría a algunas sentencias judiciales unos S/ 450 millones en forma arbitraria.
  6. También dispuso (¿?) un incremento de más del 20% para mejorar las pensiones a más de 500,000 pensionistas. ¿De dónde, presidente saliente?
  7. Paralelamente también ofreció adjudicar proyectos de APP y Proyectos en Activos por US$ 674 millones en compromisos de inversión. Destacan el Ferrocarril Huancayo - Huancavelica; la masificación del gas natural; y enlaces La Niña - Piura, Pariñas - Nueva Tumbes y Tingo María - Aguaytía. No dijo tampoco si esto ya estaba presupuestado o de dónde sacaría los recursos.
  8. No se atrevió a hablar del costo del acuerdo con Odebrecht ni a la renovación de la ley de promoción de la agroexportación, pero anunció un programa de sembrío de pastos mejorados en 517 distritos de 22 departamentos del país para llegar a medio millón de hectáreas sembradas al 2021. Esto sería complementado con un programa de cochas, siembra y cosecha de agua para dar sostenibilidad a este proceso. De Ripley.
  9. Escondiendo que su gobierno no hace nada por optimizar la desastrosa regulación eléctrica heredada de Kuczynski, ofreció que suscribirá el contrato de concesión de distribución de gas natural Piura, con una inversión de US$ 159 millones.
  10. Y etc., etc., etc.

De hecho, podría cerrar varias páginas más con iniciativas de gasto no presupuestadas y de costo indeterminado; en materias tan populares y necesitadas como la dizque transformación educativa (mayores presupuestos con cero cambios administrativos), reconstrucción y vivienda, universalización de la salud, combate a la violencia y otros –muchos– muy populares saludos a la bandera.

Sí, estimado lector. Un niño de segundo grado entendería que no hay sillas para tantísimos niños.

Pero sus asesores y ministros se prestan a todo con tal de mantener sus negocios. Perdón, sus puestos. En términos de algún índice de escala de demagogia els presidente sólo quedaría superado por el índice de obsecuencia de sus versátiles ministros.

Sin embargo, la cosa pudo ser peor. Y fue peor. En la porción final del discurso, el presidente pateó el tablero. Textualmente ofreció proponer a este parlamento una reforma constitucional de adelanto de elecciones generales, que implique el recorte del mandato congresal al 28 de julio del 2020. Y tal como le indicaron sus asesores, el recorte del mandato presidencial a esa misma fecha. Esto, supuestamente, como un acto de dignidad y de reivindicación por el país.

Sí es una figura populachera polarizada. Gracias al diligente trabajo mediático cuasi estatal, un tercio de los peruanos odia a los congresistas mientras que otro tercio odia a su gobierno, por poco capaz y transparente. Pero esta desesperada salida de su responsabilidad como cabeza del Ejecutivo es una opción nacionalmente destructiva en términos de la verosímil tasa de inversión en los años venideros. Y esto, señor presidente, es algo que usted nunca debió hacer. Algo técnicamente muy irresponsable. Y nótese que a esto habría que agregarle su también irresponsable y demagógica propuesta de una nueva ley de minería. 

Cerremos aquí recordando que el correlato de menor inversión siempre –nacional y globalmente– implica un deterioro de las condiciones de vida de las mayorías. Para evitar que esto pase, y por más temeroso que esté, señor presidente, usted todavía es pagado puntualmente por los contribuyentes.

 

Carlos Adrianzén
29 de julio del 2019

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