Carlos Adrianzén
Cinco mitos electorales
Mentiras que nos hacen votar equivocadamente
Esta semana nos enfocaremos en las próximas elecciones generales. Con sus probables dos procesos (primera y segunda vuelta) y sus mentiras más arraigadas –a las que llamaremos “mitos”– y que caracterizan sus discusiones. Ya que enfocaremos solo cinco mitos –pudiéndose destacar más de una docena– resulta clave dilucidar a qué nos referimos cuando hablamos aquí de un mito.
Según la Real Academia Española un mito implica esencialmente una mentira. Nos refiere a una persona o cosa a la que se atribuyen cualidades o excelencias que no tiene. En medio de la elección, estas mentiras pueden ser populares y cómodas, y asociarse a vocablos dulzones como fábula, leyenda, ficción, quimera, invención, cuento, héroe ficticio, leyenda o ídolo emotivo.
Más allá de que exista un pajarraco paseriforme con el mismo nombre, un mito siempre implica una falsedad.
Note asimismo que un mito electoral se consolida engañándolo. Un ardid que hace que usted vote de alguna forma que consola o beneficia a algún grupito. Nunca los subestime. El grueso de la gente los cree, los siente como deseables, los quiere y hasta los digiere o soporta, a pesar de que –no pocas veces– registran altos niveles de irracionalidad. Es decir, algunos los llegan a catalogar como instrumentalmente racionales, a la usanza del nigérrimo Max Weber.
Mito Uno
El elector peruano es el culpable
Muchos analistas señalan y hasta subrayan la supuesta irracionalidad o pobre juicio del elector peruano. Fundamentalmente nos refieren a las decisiones de los electores de las regiones más distantes de Lima. Craso error.
Aun descartando el relativamente enorme costo de desplazarse a un centro de votación en estas áreas, si intentamos medir técnicamente nuestro acervo de capital humano y su rentabilidad; y consideramos además la calidad de la educación pública peruana, podríamos encontrar todo lo contrario. ¿Y las pésimas elecciones recientes?
Si, por ejemplo, usted pondera nuestros estimados de ineficacia o corrupción estatal y las diferencias de nivel de vida entre los departamentos, encontrará que la calidad institucional de implementar procesos electorales limpios y creíbles en las regiones mediterráneas del país es muy baja. Muchos no votarían, pero aparecen como votantes.
Serían estas “malas elecciones” reflejo de la suciedad y corrupción institucional y no la culpa de un elector (al cual ni se le cuentan los votos).
Ergo, en lugar de subestimar o despreciar a los electores provincianos o informales, lo inteligente sería no sobreestimar la calidad de nuestra discusión política y gobernanza estatal. Y por supuesto, auditar resultados transparentemente.
Mito dos
Es necesario que exista una mayoría congresal
No, estimado lector. No necesitamos otro presidente que tenga una mayoría congresal agradecida. Otro de estos congresos patéticos y genuflexos que acompañan pasivamente los garrafales errores económicos provenientes del ejecutivo. Como sostenía el difunto supremo estadounidense Joseph Scalia, el desarrollo gringo se da gracias a las sesudas obstrucciones de congresos bochincheros. Benditos sean los congresos obstruccionistas de verdad. Y que no toleran abusos a los ciudadanos.
No le haga caso a los rojos simpatizantes con las dictaduras. Por favor, vote cruzado. Obligue a que el presidente ejerza un liderazgo convincente. Hágalo por el Perú.
Cada vez que usted repite que hoy se requiere un presidente con mayoría congresal absoluta, alguien se está reventando de risa a sus espaldas.
Mito tres
El Perú está económicamente enrumbado hacia el desarrollo (estas Elecciones en realidad no Importan)
Otro mito muy cruel nos refiere a la idea de que somos los campeones económicos del planeta. Esto, cuando apenas tenemos unos añitos con inflación controlada y solo tenemos la cuarta parte del promedio global del producto por persona. Ergo, que somos –en lenguaje simplón– algo cercano a la metáfora de un cuarto de pollo.
Sí. Hoy crecemos cerca del 4% anual (2.5% anual por persona). Si Acuña, Luna Gálvez, el hermanísimo Vizcarra o López Chau creen que hay plata como cancha para gastar en regalos para todo el mundo, o saben que le están mintiendo o sus asesores se están burlando de ellos.
El gran problema del país hoy es que estamos enrumbados hacia el mayor subdesarrollo. Si desde 1960 a la fecha usted dibuja una línea anual entre los niveles de producto por persona de una nación desarrollada (como Suiza, Singapur o Finlandia) y los del similar peruano, encontrará que cada año nos alejamos consistentemente del desarrollo.
Que estamos enrumbados… hacia el mayor subdesarrollo. Para millones de peruanos en la pobreza, hay pues mucho en juego –otra vez– en las próximas elecciones.
Mito cuatro
Las Elecciones argentina y chilena nos resultan eventos muy lejanos
Nada más falso. Ambos casos dan la impresión que ganó el liberalismo económico. Y esto es algo que estaría por verse. En el Perú de estos días ni las encuestadoras y estaciones caviares o filo senderistas les dan algún chance a los candidatos izquierdistas. Pero…
Notemos que en Argentina o Chile, dada la composición congresal resultado de los comicios que permitieron la elección de dos brillantes personajes –Milei y Kast–, no resulta verosímil que, sus nuevos gobiernos consoliden las drásticas acciones de reforma hacia el mercado requeridas.
La gran interrogante es fría en estas dos naciones. Y es la misma. Con un congreso bipolar y la influencia del progresismo global, ¿solo se repetirá una corrección menor, como en la Argentina de Macri o el Chile de Piñera? ¿Y si esto fuese así, acaso la izquierda cubanoide no regresará en próximas elecciones debido a la supervivencia de los daños institucionales inoculados por décadas en los gobiernos justicialistas en Buenos Aires o de la Concertación en Santiago? No señores, los espejos argentino y chileno deben ser usados por los peruanos. Nos dejan lecciones.
A pesar de las anti reformas de Humala y Castillo, la izquierda local puede volver a ganar. No solo si la burocracia izquierdista depura candidaturas indeseables para ellos (el caso de Acción Popular con Alfredo Barrenechea). Sobre todo, si los peruanos no extraemos oportunamente en las lecciones de lo sucedido en estas recientes elecciones en las tierras de dos grandes economistas, Miguel Sidrauski y José Piñera.
Mito cinco
Las elecciones son la esencia de la democracia
Este es el mito electoral más importante. Para nada basta con registrar consistentemente procesos electorales limpios, creíbles, auditados y respetables (algo que no observamos los peruanos desde hace varias décadas atrás). Se requiere que el gobernante tenga límites. Que la burocracia no abuse del ciudadano.
La izquierda, sus mercaderes y sus dizque tecnócratas, nos venden regímenes de abuso con circo electoral incluido. A veces cuentan los votos. A veces no.
Asegurémonos que, esta vez, no solo se cuenten efectiva y transparentemente los votos, sino que también existan instituciones que obstruyan los abusos de los electos o supuestamente electos. Sin esto, téngalo claro, no existe mayor posibilidad de progreso económico en el Perú.
Corolario
Los peruanos nadamos actualmente entre muchos mitos electorales. La razón de fondo descubre que, ni hemos recibido una educación sólida, ni hemos aprendido mucho de la mayor parte de nuestros errores pasados. Somos una nación pobre y subdesarrollada por eso.
Dada nuestra dañada institucionalidad cubanoide post velascato, toleramos y elegimos gobiernos de cada vez más deplorable gestión. Ahora que volveremos a elegir planchas, gobernadores y congresistas sería muy importante que interioricemos este cuadro. Un paso valioso implicaría develar lo fraudulento de los cinco mitos que acabamos de enfocar.
















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