Raúl Mendoza Cánepa

Sin rumbo

El Gobierno no tiene objetivos de país, solo tiene pactos de sobrevivencia

Sin rumbo
Raúl Mendoza Cánepa
06 de enero del 2025


El drama de nuestra política es su propio libreto: un guion de sobrevivencia donde los pactos circunstanciales sustituyen a las convicciones. El poder, en el Perú, no se construye sobre ideales, sino sobre alianzas fugaces y oscuros intereses. Dina Boluarte es el epítome de este tiempo: apoyada por ciertos sectores de la derecha, atacada por el progresismo y la izquierda que alguna vez la abrazaron como su herramienta para derrotar al fujimorismo. ¿Pero qué victoria fue esa? La segunda vuelta que nos llevó a elegir entre una candidata con un techo electoral bajo y un antisistema de izquierda radical no fue una elección, sino una trampa. La victoria, si puede llamarse así, solo consolidó un ciclo de incertidumbre.

El problema no es nuevo. Desde el inicio de nuestra vida republicana, el pragmatismo mal entendido ha erosionado la posibilidad de construir un horizonte común. Hoy, el cálculo político del fujimorismo se enfoca en mantenerse relevante para el 2026. Coaligarse con cualquiera es su estrategia para garantizar un lugar en la mesa. Pero esa táctica, basada en la memoria de un tercio del electorado que todavía asocia a Alberto Fujimori con una cierta eficiencia autoritaria, no tiene futuro. Alberto no es Keiko, y su estilo de confrontación directa ha sido sustituido por una negociación con "tirios y troyanos" que desdibuja cualquier identidad política.

Por su parte, la coalición que gobierna no busca legitimidad a través de objetivos de país, sino mediante pactos de sobrevivencia. Perú Libre, Fuerza Popular y Alianza para el Progreso han convertido la política en un acuerdo tácito para mantenerse a flote, mientras el país se hunde en la desesperanza. La gestión de Dina Boluarte, surgida del vínculo con Vladimir Cerrón y la maquinaria de Perú Libre, no ofrece cambio ni estabilidad, sino una prolongación del caos. Aunque parezca haber girado hacia el centro, su falta de liderazgo refuerza la percepción de que solo busca sobrevivir hasta el 2026.

El Perú merece más. Merece líderes que no solo gestionen la crisis, sino que propongan un futuro. Pero, ¿quién puede ofrecer eso cuando los políticos actuales están atrapados en un ciclo de mediocridad? La transición necesaria no puede estar en manos de quienes han llevado al país a esta situación. Lo deseable sería un liderazgo que trascienda el simple ejercicio del poder: estadistas que comprendan al Perú profundo y se conecten con el mundo moderno. Mientras tanto, seguimos sin rumbo y, peor aún, sin horizonte.

Raúl Mendoza Cánepa
06 de enero del 2025

NOTICIAS RELACIONADAS >

El fracaso como virtud

Columnas

El fracaso como virtud

  A lo largo de la historia, pocos pensadores han mostrado una c...

16 de diciembre
Las cuatro claves

Columnas

Las cuatro claves

Estudiada la experiencia de por qué unos países fracasan...

09 de diciembre
Denegación fáctica

Columnas

Denegación fáctica

El expresidente del Consejo de Ministros Salvador del Solar –pro...

02 de diciembre

COMENTARIOS