Señor Cuenca

Sabemos todos que la pandemia cogió de sorpresa a las autoridades educativas, y sabemos también que la respuesta del Minedu –un organismo lento y burocrático– no estuvo a la altura de las circunstancias. Se sabía que lo presencial era un imposible, pero se optó por tratar de ´embutir´ los sílabos diseñados para la presencia del estudiante en plataformas virtuales que pocos maestros –para comenzar– dominaban.

Aparte de la ausencia de una debida conectividad en todo el país, aparte del maestro sorprendido por la urgencia y aparte de que los alumnos no contaban con los medios debidos para recibir clases a distancia, se persistió en el error. Y hasta la compra de tablets para los estudiantes –accidentada, por cierto– recién se ha hecho y distribuirlas para este año será tarea imposible.

Lo dijimos aquí en abril: el año escolar estaba perdido. Y el Minedu, en vez de preparar un programa de urgencia con dos o tres materias útiles y olvidarse de los sílabos, optó por proseguir con lo que el catecismo pedagógico decía. Esto es, tratar de cumplir el sílabo de cada año en condiciones de conectividad deficientes y con maestros ignorantes de la tecnología electronal.

“No habrá desaprobados este año”; “Conciliaremos el 2021 (¿?) las deficiencias del 2020”; “Esperemos que el 2021 el retorno a aulas sea gradual y voluntario (¿?)”. Algunas expresiones de autoridades del Minedu que pretendían negar lo evidente: el año escolar se había perdido y el año que adviene tampoco será presencial.

En este contexto, cabe hacer un llamado al pragmatismo, pues sabemos que la escuela regular y presencial pierde tiempo en la nada. De donde sería deseable que desde ya se acepte la no presencia y se afirme la educación virtual aprovechando sus enormes posibilidades pedagógicas y didácticas.

Aquí retomamos la necesidad de priorizar temas por grados. Y ponerles profesionalidad en su producción. No  podemos pedirle a quien ignora –en este caso los maestros– que aprenda a producir material atractivo en tan corto tiempo. Como tampoco podemos esperar que los estudiantes aprendan algo a partir de un material pobre y artesanalmente producido. Aparte de que los maestros y padres de familia –como saben todos los estudiantes– se vean obligados a desarrollar esfuerzos que no conducirán a logro alguno.  

El nuevo ministro, señor Cuenca, ha reiterado –imagino que para las tribunas porque él es un educador y sabe que los sílabos van paralelos al desarrollo cognitivo y social del alumno y consecuentemente no pueden ser ´recuperados´– que el año escolar no se ha perdido. Pues ´otros aprendizajes´, no necesariamente vinculados a los sílabos, han sido logrados por los alumnos. Y en esto tiene razón.

Sinceremos el año escolar que viene. Y admitamos que aun cuando se pretenda que este pueda ser ya presencial, ello resulta incierto. Más todavía porque los padres difícilmente se atreverán a enviar a sus hijos no existiendo aún vacuna.

Señor Cuenca: hágale caso a la flexibilidad que dice poseer. Hágale caso a su certeza de que no podemos perder un año escolar más, tratando de ´cumplir´ con los sílabos. Asegure la conectividad con el MTC y, a través de la educación virtual, escoja tres o cuatro temas, por grado, que le parezcan pertinentes. Y que sean producidos de manera atractiva para los estudiantes en su realización.

Solo a modo de ejemplo. Si el año 2020 el Minedu se hubiese sincerado y dejado atrás la burocracia pertinaz, hoy podríamos tener alumnos que hubiesen aprendido dos idiomas y algún curso de axiología. Dada su sensibilidad manifiesta, las inequidades que le preocupan hubiesen sido menores entre los colegios con soporte tecnológico y producción ad hoc y los otros. No ahondemos, pues, en las inequidades para el 2021.