César Félix Sánchez
Seis meses después: un balance de la cuarentena
Nicaragua tiene 422 muertos por millón; y el Perú, 996
¿En qué circunstancias nos encontramos luego de seis meses de estado de emergencia? ¿Sirvió de algo la tan canonizada cuarentena, una de las más estrictas del mundo? Sanitariamente el panorama es bastante claro: nuestros resultados son los peores del mundo. Y antes de que salga algún biempensante diga que eso se debe a que “somos los más transparentes del mundo”, conviene hacer un simple ejercicio: compararnos con Nicaragua, un país proverbialmente “desgobernado” y que no tuvo cuarentena obligatoria. Obviamente, no hay que tomar las cifras absolutamente maquilladas del Gobierno de Ortega, sino las del Observatorio Ciudadano COVID-19 de Nicaragua, una entidad conformada por expertos críticos del Gobierno, tanto de ese país como extranjeros. Y para hacer más interesante la cosa, compararemos esa cifra con la cifra oficial ofrecida por el Gobierno peruano, antes que los cálculos de otras fuentes que revelan el amplio subregistro.
Es decir: compararemos una cifra proyectada, no registrada, y que refleja un cálculo a la alta de los muertos de un país latinoamericano con menor desarrollo humano y PBI que el Perú, con nuestras cifras oficiales, probablemente bastante más bajas que las reales ¿Y cuál es el resultado? Para el 23 de septiembre, Nicaragua tiene 422 muertos por millón y el Perú, 996. Cuando tu cifra más baja es más del doble de muertos que la cifra más alta de un país que no solo no tuvo cuarentena, sino que casi no tiene economía ni gobierno, pues eso debería llevar a serios cuestionamientos a la gestión de las autoridades. Pero aquí no pasa nada.
A alguno le parecerá contraintuitivo este resultado. Especialmente si se tiene en cuenta que los expertos del Gobierno nos repitieron constantemente que, de no ser por la cuarentena, el resultado habría sido catastrófico. El mismo presidente Vizcarra, con su gusto por la hipérbole, señaló que de no ser por la cuarentena habríamos tenido casi medio millón de muertos. Lo curioso es que muchas de estas proyecciones siguen las pautas de Neil Ferguson, el ideólogo británico del lockdown estricto, según las cuales, por ejemplo, Suecia, por no “hacer nada”, llegaría a 65,000 muertos para fines de abril. ¡Nada más lejos de la realidad!
Y ya en Gran Bretaña algunos se están empezando a dar cuenta de esto. Incluso la inevitable “segunda ola” europea –ya anunciada meses atrás para este mes por los patrones climáticos de las influenzas históricas estudiados por Edgar Hope-Simpson, sorprendentemente exactos pero ignorados– está siendo mucho más suave en Suecia que en la muy cuarentenada España. esto ha llevado a John Carlin, para nada un “negacionista”, a afirmar que “Suecia es el país más libre de Europa; España, el que tiene más restricciones en cuanto a la respuesta al virus, pero hoy las cifras suecas de nuevos contagios están muy por debajo de las españolas; las muertes por habitante son más bajas también, y la economía no se va a la m… como la nuestra”.
En teoría, la lógica de las cuarentenas es demorar el contagio mientras se fortalece el sistema de salud. En nuestro país, por el contrario, para mediados de agosto, el personal del Minsa había disminuido en un 55% desde el inicio de la emergencia (lo dijo la misma ministra Mazzetti: min. 3:46). Otro récord mundial. Casi como si hubiéramos sufrido un bombardeo generalizado.
Es muy probable que cuando se haga la historia de este periodo en el Perú se compruebe que muchas personas que podrían haber soportar el COVID en marzo, para junio y julio, gracias a la cuarentena empobrecedora y a la estrategia del pánico, así como el colapso del sistema de salud, se encontraban absolutamente inmunodeprimidas y a la vez con una imperiosa necesidad de salir a las calles para sobrevivir.
La comparación entre Perú y Nicaragua, o entre España y Suecia, parece demostrar que en ocasiones es mejor no hacer nada a hacer las cosas mal.
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