Neptalí Carpio

Sedapal: los vicios privados de una empresa estatal

A propósito del grave aniego en SJL

Sedapal: los vicios privados de una empresa estatal
Neptalí Carpio
18 de enero del 2019

 

Digamos las cosas como son y sin tapujos. Sedapal es una empresa con régimen jurídico público, pero actúa diariamente como si fuera una empresa privada; pero de la peor especie, de costumbres mercantilistas, atravesada sistémicamente por la corrupción y por una red de tercerización de pésima calidad que responde a diversos intereses, igualmente privados, generalmente ligados a su directorio y el Ministerio de Vivienda. ¿A quién rinde cuentas cada año? A Nadie. ¿Los ciudadanos, los usuarios, estamos representados en su directorio? No. Ni siquiera, el alcalde metropolitano, que elegimos cada cuatro años, tiene asiento en el Directorio. Aclaro que, en esta caracterización, no pretendo incluir a sus valiosos técnicos, obreros y profesionales, que los hay.

El 3 de enero, cuando la Municipalidad de San Juan de Lurigancho, se había percatado de que a la altura de la conocida zona de Celima, el asfaltado cedía terreno, en la vertiente donde pasa el colector de los desagües, a pocos centímetros de las estructuras de la Línea 1 del Metro, el alcalde distrital envió un oficio con carácter de urgencia, advirtiéndole a Sedapal, para que actúe inmediatamente. Pero, como típica empresa que no responde a ningún interés público, no hizo nada. Tres días antes de los graves aniegos que hoy sufre gran parte de la población, recién una empresa subcontratista realizó una negligente inspección en la zona del posterior desastre, pero tampoco actuó.

El domingo 13 de enero, a las 3.30 a.m., justo en el aniversario de creación de este distrito, la tubería de 1.20 m, de diámetro se rompió, iniciando un gigantesco aniego, pero Sedapal recién ocho horas después empezó a actuar, cuando los pobladores estaban hasta el cuello con el agua llena de excretas y olor pestilente. ¿Así actúa una empresa que siendo estatal debe responder al interés público, a una emergencia y a una vocación resiliente? No. Así actúa una empresa privada trasnochada que solo responde a sus propios intereses, ni siquiera de sus propios clientes y proveedores.

A las pocas horas, el Sutesal, el sindicato de los trabajadores de la empresa, haciendo las veces de la Oficina de Imagen Institucional de Sedapal, salió a cubrir las espaldas a la burocracia dorada de Sedapal, señalando que la ruptura de la tubería colectora era responsabilidad exclusiva de la empresa Odebrecht. Imaginaron con semejante comunicado que los pobladores de Lima y de San Juan de Lurigancho son ignorantes y no tienen ningún conocimiento sobre la cosa pública. Cualquier ciudadano medianamente informado sabe que Sedapal y el ministerio de sector tuvieron que dar opinión técnica sobre la calidad de la instalación de ese colector.

Si bien la responsabilidad principal sería de Odebrecht, la empresa de saneamiento también la tiene, por lo menos compartida con el consorcio privado, por acción u omisión, como también la tiene el ministerio del sector al momento de hacer la recepción de la obra de la Línea 1 del Metro. ¿No le correspondía a Sedapal, antes, durante y después, verificar la calidad de los tubos colectores y la consistencia del afirmado donde se realizaba el tendido correspondiente? Nunca lo hizo.

Un comunicado del Consejo Nacional de Pueblos y Urbanizaciones Populares (Conapup), con un talante más crítico frente a Sedapal, ya ha advertido que en la ciudad existen por los menos tres lugares donde se pueden producir en cualquier momento, aniegos de mayor dimensión que las producidas en San Juan de Lurigancho: en el Colector de Puente Piedra; en la Zona las Conchitas de Ancón y entre Ventanilla y Ancón. Pero, a pesar de esa advertencia, Sedapal no tiene un plan de contingencia. Las malas lenguas dicen que, así como en los hospitales hay médicos que provocan o no hacen nada para arreglar los equipos sofisticados de los hospitales, para luego provocar la intervención de las clínicas privadas, igualmente habría empresas subcontratistas, en el entorno de Sedapal, a quienes les conviene este tipo de desastres para luego ganar jugosos contratos de reconstrucción.

A propósito de lo ocurrido en San Juan de Lurigancho, es totalmente contraproducente volver a reproducir un debate en torno a si Sedapal debe ser privatizada o no. A mi juicio, el centro de la discusión debe girar en torno a una reorganización, una refundación institución de la entidad, para evitar que esta empresa actúe como una empresa privada de la peor especie, sin rendir cuentas ante nadie y sin tener mecanismos de representación de los usuarios, los que pagamos puntualmente los recibos de servicio. Se impone entonces un replanteamiento estructural de la empresa, una de cuyas variables podría ser implantar un mecanismo de accionariado difundido, donde cada limeño tenga acciones en la empresa, para generar un sentido de pertenencia, tal como ocurre en otras ciudades del mundo. Por otro lado, el Congreso debería aprobar una ley para que la autoridad metropolitana de la ciudad, que elegimos cada cuatro años, tenga asiento en el directorio de Sedapal, así como una representación de los usuarios. La otra opción es que Sedapal sea transferida al gobierno metropolitano como ocurre en la mayoría de las capitales del mundo.

Una reestructuración de la empresa permitiría que los funcionarios nos informen, por ejemplo, porque este año se ha aprobado un presupuesto de 63 millones de soles para 19 consultorías en estudios de inversión, a razón de 3.5 millones cada una. Los ciudadanos limeños debemos saber y dar nuestro punto de vista en relación a los planes estratégicos que tiene Sedapal para afrontar el estrés hídrico en los próximos años y cuales son los proyectos de inversión a ser ejecutados. Como pobladores debemos participar también para ahorrar las altas pérdidas de agua potable.

Lima es una de las pocas ciudades en el mundo donde la empresa de agua potable y saneamiento, depende monopólicamente del Poder Ejecutivo, ninguneando a las autoridades de la ciudad y a los propios usuarios. En el fondo se trata de realizar una reforma institucional para transformar a SEDAPAL en una empresa macro regional, imaginando a Lima, como una ciudad de 13 millones de habitantes, de aquí a unos 10 años, una mega urbe angustiada por la escasez de agua.

 

Neptalí Carpio
18 de enero del 2019

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