Eduardo Zapata
Saludo a la bandera
Una frase cargada de connotaciones negativas
Hoy, 28 de julio, estamos en el inicio de una nueva gestión gubernamental. Recordemos que en las elecciones pasadas un aplastante 70% votó por la continuidad del modelo económico. Recordemos, sin embargo, que todos esperamos un cambio en la gestión de ese modelo, porque todos nos hemos sentido desengañados con el manejo que del Estado han hecho el señor Humala y su señora esposa. Y todos, de seguro, coincidiremos en que estos cinco años han constituido un lamentable desperdicio de tiempo y un descorazonamiento respecto al cumplimiento de la palabra empeñada. El periodo 2011-2016 —desde el punto de vista político, en el sentido cabal y amplio del término— ha constituido un “saludo a la bandera”.
El lenguaje suele ir incorporando en palabras y frases las actitudes y motivaciones populares. Actitudes y motivaciones de las buenas o de las otras, pero que terminan por revelar finalmente cómo valora una comunidad lingüística un hecho, un personaje, un símbolo o una gestión. Y a propósito de la celebración de las Fiestas Patrias, convendría reparar en el sentido que le hemos venido dando a la expresión “saludo a la bandera”. Se ha alejado de toda connotación positiva para, más bien y por oposición, expresar no solo un desapego hacia el símbolo patrio, sino hasta convertirse en sinónimo de acción irrelevante o prescindible. Peor aún, expresión de cumplimiento de meras apariencias o externalidades que “hay que fingir cumplir”, o más o menos solapadamente “pasar por alto”.
Se vienen a mi memoria dos expresiones de personajes que detentaron la Presidencia de la República. “¡Qué fácil era gobernar!”, dijo el ex presidente Toledo. “Lo nuestro es una aventura política”, manifestó la pareja Humala/Heredia. Frivolidad, improvisación, desapego respecto a las urgencias nacionales.
Pedro Pablo Kuczynski es un hombre con sólida formación profesional y con experiencia en el manejo del Estado. Y durante toda la campaña presidencial nos ha ofrecido un cambio en la gestión del aparato público. Nos ha dicho, una y otra vez, que espera que lleguemos a la celebración del Bicentenario con un Estado simple, moderno y eficiente.
Si PPK logra efectivamente imprimir gestión al manejo de los asuntos públicos —lo cual supone, entre otras cosas, dejar de lado programas sociales asistencialistas y volverlos productivos— la población sabrá valorar la acción política realizada. Y podremos ir cambiando gradualmente la connotación hasta ignominiosa de “saludo a la bandera” para devolverle el sentido de orgullo que nunca debió perder.
Por cierto toca a todos cumplir con sus deberes y permanecer vigilantes para que los actores políticos en general no continuemos convalidando improvisaciones, demagogias populistas o inmoralidades, que no hacen sino convertir al símbolo patrio y a las festividades patrias en una ritualidad de la nada.
Eduardo E. Zapata Saldaña
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