Tino Santander
¿Rebeldes primitivos?
Contra la injusticia social y la opresión
Tomo el título del ensayo histórico del historiador inglés Eric Hobsbawm sobre las organizaciones y formas de agitación y rebelión precapitalista de los anarquistas andaluces, de los bandoleros sicilianos, de las sectas obreras británicas, de la mafia, de los lazaretistas italianos, de los campesinos de colombianos y de los arrendires de La Convención (provincia cusqueña). Hobsbawm, señala que estos movimientos prepolíticos, son la expresión de un sentimiento generalizado contra la injusticia social y la opresión de las que son víctimas.
Bajo estas premisas podemos deducir que en el Perú existen grandes sectores de la población sin dirección ni organización política y que están unidos por sentimientos y percepciones de injusticia y de una creciente frustración contra el sistema político, económico y social. Son millones de peruanos que no tienen voz y que tienen muchas necesidades insatisfechas. En la Lima oficial y de sofisticada visión colonial perciben que las demandas de los pueblos son primitivas y premodernas; no conciben cómo las comunidades se oponen a la minería y, sin embargo, aceptan la minería informal; no entienden cómo viven sin agua ni desagüe; no comprenden por qué la informalidad y el crimen organizado (narcotráfico, contrabando, minería ilegal, lavado de activos, tala ilegal, etc.) son una alternativa de vida para ellos. No entienden cómo no están asimilados completamente a la economía de mercado.
Estos rebeldes creen que fusilando a los corruptos (políticos y empresarios), nacionalizando la explotación de los recursos naturales, expropiando los medios de comunicación e implementando una milicia popular a través del sistema militar obligatorio volveremos a ser el Tawantinsuyo como lo afirma Antauro Humala. El Frepap, el partido conservador popular, ha desplazado a los guardianes de fe religiosa que pregonaban contra la ideología de género y el relativismo moral. El mensaje es sencillo: no los entendemos ni les creemos. Los militantes del Frepap creen en una sociedad basada en el colectivismo agrario, regida por los diez mandamientos de Moisés. Pero la historia de las tribus de Israel en el Perú es más mundana, pues los hijos del profeta andino Ezequiel Ataucusi se disputan virulentamente el control económico de la organización, que aparentemente tendría millones de dólares en sus arcas.
Los noveles parlamentarios rebeldes parecen haber sido captados por el becerro de oro. La alfombra roja del Congreso, los nuevos validos, los ujieres y el reconocimiento social han sido calmantes para sus ímpetus justicieros. Ahora, los zelotes del antaurismo y los hijos andinos de Moisés están disputándose los espacios administrativos de la mesa directiva del Congreso y las presidencias de las comisiones para que se conviertan en luminosas trincheras de combate para fusilar a los corruptos y llevar la voz de Dios a todos los tawantinsuyanos descarriados.
Alexandro Cabassi, geógrafo italiano con el que trabajo en una investigación sobre la urbanización cusqueña me dijo: “Mira, el sistema económico y político es muy arcaico, no entiendo por qué tienen las tasas de intereses más altas del mundo en las tarjetas de crédito, en las hipotecas, en los créditos del agro; no comprendo por qué curarse una gripe cueste más de US$ 25, que los servicios del teléfono sean caros e ineficientes, al igual que el gas, y que las carreteras, escuelas y hospitales sean tan pobres. Non capisco niente (no entiendo nada)”.
El Perú, es muy bello, pero está muy enfermo. Es imposible que en el Perú no existan rebeldes.
COMENTARIOS