Raúl Mendoza Cánepa
Quemo tu casa
En nombre de la justicia y la paz

Quemas de templos en Chile, imágenes sacras decapitadas, vandalismo que raya en invasión zombi, todo en nombre de la “igualdad”. Pero ¿le devolverás el puesto a los trabajadores “desiguales” del metro o de los negocios que destruiste? ¿Te importaron acaso?
Para la joven turba chilena, cambiar el sistema desde la destrucción es construir ¿Construir qué? Nada, porque no tienen idea de nada, ni saben qué, ni saben cómo; pero para poner todo al ras sirve desmoralizar, destruir los valores que hacen unidad. Escucho a muchos jóvenes ignorar a qué van porque no conocen propuesta, el anarquismo no conoce ideas, demuele todo y te abandona, finalmente, desnudo y deshecho en la noche, en tu mayor pobreza. Quemaste un templo, no sabes por qué ni para quién.
No solo es Chile, los ataques a la fe católica parecen ser sistema: “del hostigamiento, acoso y sin duda persecución a la Iglesia en Nicaragua y en Venezuela; de la quema continua de iglesias en Francia; o de la muy reciente quema de la imagen de ‘Jesús con la cruz a cuestas' en la ermita del Santo Sepulcro de la villa de Tauste, en Zaragoza (España), es muy difícil afirmar que estamos ante un fenómeno casual, ante hechos aislados”, dice una nota. “¿Qué hay detrás”? No es una pregunta tonta. Las casualidades son para los tibios.
No hemos oído, creo, nada enérgico del Papa Francisco sobre los ataques a las iglesias en Chile (católicas y evangélicas). Si queman tu casa y arrastran las fotos de tus padres por las calles, por lo menos te indignas, confrontas, peleas; pero una declaración del Obispado de Valdivia dice: “Hemos estado unimos a las búsquedas legítimas que tantos conciudadanos estamos realizando a lo largo de Chile en búsqueda de la justicia y la paz, en nuestra región y ciudad hay hermosas manifestaciones que nos deben llenar de esperanza”. Sí, claro, “hermosas manifestaciones”, “paz” ¿Cuáles? ¿Las profanaciones inconcebibles?, ¿la destrucción de imágenes?, ¿las decapitaciones de representaciones sagradas?
Puede que, tan joven turco como incendiario, discrepes de una fe, quizás te arredra que te digan hasta dónde debes llegar y quieras disponerlo todo sin el freno de una moral; pero ¿y qué tal si premunido de fuegos soy yo el que incendio tu casa porque no me gusta tu gente ni tu moral? ¿Y si salto sobre los símbolos que te son importantes? ¿Y si me fajo sobre la memoria de tu madre y arrastro sus muebles por la calle? ¿Y si me paso por encima tu dogma ateo? (porque eso es el ateísmo) ¿Y si te aplico la misma intolerancia y te cierro? ¿Y si jugamos a la violencia por la violencia y al odio por el odio?
Un ciudadano chileno escribe que en La Serena trataron de quemar el convento de las Carmelitas Descalzas “sabiendo que ellas estaban dentro” ¿En serio? ¿Esa es la igualdad? ¿Así quemas tu deuda con la Universidad o tu ticket del metro? ¿Profanar el Santísimo es tu mejor discurso? ¿Qué propones? Elogias al Che Guevara, gran máquina de matar, ¿y no sabes quién fue? Te escuché hablar de él por un estampado en la camiseta.
El nihilismo desenfrenado, sacrílego y sincronizado, por cierto, nada tiene de relación con la construcción de una sociedad justa. ¿Le has preguntado, joven chileno, a un coetáneo venezolano que rehízo su vida en tu país cómo se “deconstruyó” Venezuela y por qué está precisamente en tu país? ¡El odio y la izquierda! Sin odio y sin pobres, simplemente no hay izquierda.
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