Raul Labarthe
¿Qué es ser de derechas o de izquierdas hoy en día?
La antigua dialéctica socialismo-capitalismo es reduccionista

Los términos “izquierda” y “derecha”, lejos de ser posiciones caducas o anacrónicas, como sugieren algunos, siguen más vigentes que nunca. En el debate político actual parece casi imposible realizar cualquier análisis coyuntural sin clasificar de este modo las diversas fuerzas políticas o preferencias ciudadanas. ¿Pero cuál es el contenido material de estas etiquetas? ¿Son meras posiciones relativas a un statu quo histórico particular? ¿O tienen alguna esencia que trasciende los tiempos y las culturas donde se aplica este análisis? ¿Cuáles son las consecuencias de analizar la realidad social y política bajo estas categorías?
El eje izquierda-derecha es relativamente reciente en la historia. No existían estas categorías antes de la Revolución francesa, en concreto, del 28 de agosto de 1789, cuando los partidarios del rey se sentaron a la derecha, y sus detractores lo hicieron al lado izquierdo. En esos tiempos, casi 80 años antes de que Karl Marx publicara su obra El Capital –dando inicio al socialismo científico o marxismo–, la izquierda poco tenía que ver con el debate económico. La disyuntiva se centraba respecto al orden político y a la igualdad jurídica propugnada por las ideas liberales, y aún no en el conflicto entre capitalismo y comunismo.
Asimismo, el debate entre whigs y tories marcó la división entre los liberales clásicos y los conservadores, respectivamente, en la política británica desde el siglo XVII hasta principios del siglo XX, en particular a raíz de la Revolución ‘Gloriosa’. El auge del socialismo a inicios del siglo XX, y en especial a partir del triunfo de los bolcheviques en Rusia, introducirá el aspecto económico como eje central de debate para dirimir la pertenencia al eje izquierda y derecha. Se entenderá en adelante que los partidarios del libre mercado pertenecen a la derecha, ya que se oponían al socialismo; cuando en los siglos pasados, los liberales se ubicaron a la izquierda del espectro.
A partir del triunfo de la URSS y de los EE.UU. frente a la Alemania nazi, se afianzará la dialéctica económica durante toda la Guerra Fría. Sin embargo, con la caída del Muro de Berlín y el presunto triunfo definitivo del capitalismo liberal, se creyó que el mundo pasaría a conformarse de modo unipolar, ya no bipolar. Esto no fue así. Y como si fuese un retorno a los viejos debates entre whigs y tories, la revolución globalista parece estar produciendo un realineamiento político en torno a esta propuesta. La dialéctica es cada vez más entre el globalismo y el nacionalismo, o entre el progresismo y el conservadurismo, que respecto a asuntos económicos.
El eje abierto-cerrado aparece como alternativa. Las posturas abiertas conjugarían posiciones en favor del libre mercado; pero a su vez, de la apertura a la inmigración, la confianza en el internacionalismo, y la cooperación a través de organismos multilaterales. Por el contrario, las posturas cerradas estarían enmarcadas en el conservadurismo social y a su vez en el proteccionismo económico, en aras de impulsar el interés nacional frente a la anarquía que el realismo internacional postula. La antigua dialéctica socialismo-capitalismo es reduccionista, pero sobre todo, caduca para analizar los procesos políticos actuales.
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