Puno: la Barcelona peruana

No es novedad que la imagen dominante del Perú sea un archipiélago de pueblos diferentes, tal como el economista Roberto Abusada Salah describe al país en un artículo que titula “El archipiélago peruano” y que publica en El Comercio. Esa idea es antigua y la desarrollaron el reconocido historiador José de la Riva Agüero y el sociólogo Julio Cotler, hace muchos años. La novedad, en cambio, es que las islas de ese archipiélago peruano, que son nuestras regiones, ya iniciaron su proceso para convertirse en países independientes. Quieren jugar en primera división y dejar de ser equipos de segunda frente a Lima.

Escribo esta nota desde Juliaca, mientras escucho a sus dirigentes expresar con vehemencia que “Puno tiene que constituirse en otro país independiente de la República del Perú, cuya capital funciona en Lima, antro de la corrupción, del desorden y el desgobierno”. Como contrapartida no escuché a nadie expresar rechazo o condena a esta afirmación; y sí, más bien, a muchos a aprobarla con entusiasmo.

Diferentes voces explican aquí que “no se trata de dividir ni de separarnos del Perú, sino de formar un gobierno independiente con mercado propio, respeto a la propiedad privada y comunal, dentro de nuestras tradiciones y costumbres”. Dicen también que no necesitan a Lima porque “se lleva nuestra riqueza para que su Gobierno corrupto se la robe, mientras nosotros tenemos los índices más elevados de anemia, desnutrición y pobreza”. En esas circunstancias, se preguntan “¿para qué necesitamos a Lima, cuando aquí nosotros tenemos en abundancia los recursos para vivir en paz y progresar?”.

Desde la universidad puneña también se levantan voces inquietantes que proponen “seguir el ejemplo de Barcelona en España y, como ellos, luchar por la formación de un estado independiente, sin renunciar al Perú”. Y agregan que “allá el Estado español tiene mejores instituciones y servicios públicos, en tanto los puneños aquí solo podemos esperar de Lima, capital del antiguo virreinato, que nos robe y nos explote”. La comunidad universitaria puneña señala que la desigualdad económica entre las regiones y Lima es abismal. Coincide así con el economista limeño Carlos Adrianzén, quien describe esa desigualdad clamorosa en un artículo publicado en el portal El Montonero, intitulado “¿República con gobierno unitario?”

El espectáculo deplorable que presenta Lima con sus actos de corrupción, conflictos y crisis permanentes impacta con violencia la conciencia de los puneños. Lo mismo sienten en el Cusco, Arequipa, Madre de Dios, Ayacucho, Apurímac, Tacna y Moquegua, regiones en las que se levanta una ola grande de independencia frente a Lima. Esos pueblos saben que sus dirigentes locales caen en la corrupción; pero también saben que el epicentro es Lima, desde donde se genera la onda expansiva de un Estado que funciona de forma corrupta y mafiosa. De ese Estado quieren separarse y formar su país, con Gobierno propio y embajadas en el mundo.

Los peruanos desconocen que este proceso político empezó con la distritalización de pequeños centros poblados en La Convención. Las comunidades machiguengas, los piros y los agricultores de café y cacao lograron, de manera silenciosa e inteligente, que el Estado centralista reconozca sus localidades como distritos. Esta era una demanda apoyada por todos los sectores sociales y tenía como objetivo acceder al canon gasífero que antes les era negado. Además ahora se relacionan y conectan con el mundo sin necesidad de pasar por Cusco o Lima. Sin embargo, en La Convención se paga el gas más caro de Sudamérica: allí los ciudadanos pagan S/ 52 por el balón doméstico, mientras en Lima cuesta S/ 42.

El Perú ha dejado de ser un archipiélago. El Perú es hoy un volcán en erupción, cuyos pueblos sueñan con independizarse de Lima y dejar de ser provincias para progresar y vivir bien en esta nueva era digital que revoluciona la humanidad.