Eduardo Zapata

Propiedad

Lo grave de confundir propiedad con posesión ´legalizada´

Propiedad
Eduardo Zapata
15 de febrero del 2024


´Había una vez´ en la que ante una incorrección o exceso verbal, se solía decir “hay que hablar con propiedad. Como es más que evidente la palabra propiedad nos remite a la voz propio. Y la voz latina
proprius aludía a lo “perteneciente a alguno o a alguna cosa”. Ya estaba allí el germen de la mismidad occidental que fija su permanencia en español desde el Siglo de Oro.

A la luz de la etimología referida es claro el vínculo entre las palabras propiedad, propio y perteneciente. Esencialidad. De allí que cuando se decía ´Hay que hablar con propiedad´ no había entonces solo una externalidad lingüística, sino un reclamo de esencialidad. 

Ciertamente las lenguas cambian en el tiempo. Como cambian las competencias y habilidades lingüísticas de los hablantes. De hecho la ciencia lingüística constata hoy el decrecimiento de vocabulario entre los hablantes de español. Asunto comprensible pero también preocupante porque revelaría en los hablantes menos lectura y la influencia de las nuevas tecnologías de la información: que parecen reclamar menos palabras y más imágenes.

Por lo dicho, entenderemos que la expresión ´Hay que hablar con propiedad´ no era ni es asunto solo de externalidad lingüística. No se trata o trataba entonces de reclamos en nombre del purismo. Y si vemos el habla de nuestros días –particularmente en los medios de comunicación en general– no solamente constatamos una reducción de vocabulario, sino también serios problemas de concordancia gramatical entre género y número. Que nos dicen mucho del menoscabo del sentido de la palabra propio entendida como esencialidad. 

Los errores de concordancia entre los peruanos se están extendiendo de tal manera –aun entre voces supuestamente cultas– que se revela un debilitamiento del concepto de lo propio; y por extensión del concepto de propiedad. Al escribir esta nota, no se trata pues de estar constatando externalidades sino de subrayar la erosión de ´lo propio´ como lo decía el sentido esencialista de la voz etimológica: perteneciente a… 

Tal vez lo descrito nos proporcione luz para entender la gravedad social que significa confundir propiedad con posesión ´legalizada´ o aquella de facto. Generando además derechos para los posesionarios transeúntes. Todo ello originado a partir de lo ´impropio´. 

Ahora que se discute, por ejemplo, sobre el sistema judicial en el Perú deberíamos advertir que es impropio –en el sentido esencialista– que aproximadamente el 70% de jueces y fiscales sean provisionales. En buen romance, y como lo hemos adelantado, la justicia también estaría más cerca de la posesión transitoria y transeúnte que de la propiedad. Y es claro que tener un sistema judicial así puede saber poco de permanencias esencialistas y mucho de volatilidades interesadas. La propiedad no solo es asunto de externalidad lingüística sino también de exigencia del contrato social.

Eduardo Zapata
15 de febrero del 2024

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