Raúl Mendoza Cánepa

PPK en TV

Una tribuna para persuadir sobre las políticas del gobierno

PPK en TV
Raúl Mendoza Cánepa
15 de mayo del 2017

Una tribuna para persuadir sobre las políticas del gobierno

El presidente Kuczynski tendrá desde ahora un programa de televisión: se llamará “Conversando con el presidente” y se transmitirá quincenalmente a través la señal abierta. PPK será el entrevistador y Paolo Guerrero uno de sus primeros invitados. Ignoro la utilidad para el país de tal entrevista, o si responde a lo que debiera ser el objetivo de un programa de TV dirigido por el presidente de la República ¿Un programa de entretenimiento? ¿Un programa de cátedra política?

Desde luego, PPK no tiene habilidades oratorias ni de cálculo político, aunque es sincero (gran virtud, claro, aunque puede conducir al suicidio, si se usa con torpeza). Ha ejercido de eficiente técnico durante gran parte de su vida, tomando decisiones y tornándose en “candidateable” solo a partir de morisquetas y frases para la tribuna, en un tiempo de suspicacias y vacíos políticos. Carece del ingenio agudo de Churchill, del efectismo de Fidel Castro o del magisterio de la palabra de Fernando Belaunde. No es un líder anímico como lo fue Roosevelt en los treinta ni tiene la verborragia persuasiva de Chávez para “hacer creer” a su pueblo sobre lo razonable de lo irracional.

PPK suele decir y desdecirse, no responde a un patrón de opinión. Ha sido más un empresario y un conector de relaciones que un sembrador de fe política. Reducirlo a ser un entrevistador u opinante mediático es jugar con fuego ¿Ya olvidaron? “América Latina es como un perro simpático que está durmiendo en la alfombrita”, “Si quieren fumar su troncho, no es el fin del mundo”, “No me preocupa que haya un poquito de contrabando, a quién le importa eso”, “Lo que hay que trabajar, desde un punto de vista completamente egoísta, es jalarse a algunos de esos” (refiriéndose a los congresistas fujimoristas). O el insolente “A mí nadie me desaira", cuando la presidenta del Congreso anunció, en su derecho, que no asistiría a la reunión de la lucha anticorrupción (un saludo a la bandera, por cierto).

Si lo suyo corre el peligro de ser un relajo y sorna en pantalla, podría abrirse más frentes de los que tiene. Más le convendría la solemnidad y el uso inteligente y planificado de una pantalla, a través de la cual debiera enseñar en sentido estricto y enseñar por la dialéctica. Gobernar no solo es nutrir (como decía Alberdi) sino que es, además, enseñar (en términos de Sarmiento). Pero, ¿tiene PPK pericia para la enseñanza o le viene más la chanza?

Difícil imaginarlo levantando la autoestima nacional como en aquellos paternales, cálidos y optimistas discursos cotidianos de Roosevelt en la radio durante la gran depresión. Las célebres “Charlas de café’ animaron a una población que ya no creía en sí misma. Bill Clinton y George W. Bush también usaron los medios para transmitir mensajes a su medida. Más cerca, en México, “Fox Contigo”, acercaba a la población mexicana con su gobernante; o “Aló, presidente”, en Radio Nacional de Venezuela, programa en el que Chávez se despachaba solo y mucho más allá de la hora que tenía en parrilla. Igual Correa o la Kirchner.

Sin embargo, el problema es el uso de fondos del Estado (no del gobierno ni del gobernante) para financiar mensajes a una población que tiende a asimilar más que a cuestionar. Será una tribuna para persuadir sobre los “avances”, siempre jalando agua para el molino presidencial; un programa en el que la televisión privada, solventada por el dinero público (de usted y mío), cede espacio al Ejecutivo, pero no a la crítica ni a la oposición ni a la diferencia. Una de las invitadas, por ejemplo, es la ministra de Educación, Marilú Martens. Hubiera sido interesante programar un debate con ella sobre el contenido curricular. Adversarios existen.

Bueno sería que frente a cada ministro invitado hubiera un crítico que contrapese y que PPK, como jefe de Estado, fungiera de mediador de un debate en el que los peruanos trataríamos de ponernos de acuerdo o sacaríamos nuestras propias conclusiones. Por si no lo saben los asesores del gobierno, eso es precisamente la democracia.

 

Raúl Mendoza Cánepa

Raúl Mendoza Cánepa
15 de mayo del 2017

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