Santiago González Díaz

Pobreza y libertad

Pobreza y libertad
Santiago González Díaz
07 de junio del 2016

La libertad del ser humano tiene matices complejos que llevan a algunos a ponerla en duda, otorgarle grados o establecer un límite.

Los principales detractores de responsabilizar al ser humano de las consecuencias positivas o negativas de su propia libertad lanzan argumentos en contra del liberalismo. Consideran que esta corriente de pensamiento justifica su falta de sensibilidad social cuando sostiene que el hombre al ser libre no requiere ningún otro tipo de asistencia, por lo que vivir en indigencia no es una cuestión prioritaria a ser atendida. Por ello políticas asistencialistas a los sectores sociales más vulnerables son innecesarias.

Quienes se escudan en esta concepción son los más propensos a defender sistemas autoritarios, populistas y paternalistas de gobierno. En los gobiernos populistas se dictan verticalmente objetivos a seguir sin demasiado cuestionamiento, no se escuchen voces alternativas y se espera que la satisfacción material provenga del propio Estado.

Si se indaga en la parte social del liberalismo se entenderá cuáles son los objetivos precisos que persigue esta corriente de pensamiento, muy disimiles al aumento de la pobreza. Por un lado la libertad no solo busca empoderar al individuo políticamente frente a los riesgos que trae el monopolio de la fuerza por parte del Estado, sino que lo establece como un sujeto con derechos y obligaciones; deja de ser un súbdito para pasar a ser una persona con dignidad a la cual debe respetarse en sí misma y respetarse sus motivaciones, ideas y proyectos.

Esta situación libra al ser humano de la pobreza intelectual, dándole la posibilidad de discernir por sí mismo y fijar el rumbo de acción que considere más apropiado para su vida y los intereses que tiene.

Desde el aspecto material, el lugar donde por lo general se debate políticamente también otorgó derechos de asociación para llevar adelante emprendimientos y propiedad privada, es decir que se crea un ser humano con posesiones materiales indiscutidas, con la posibilidad de crecer económicamente según sus capacidades.

No puede negarse que la desigualdad resulte de esta libertad debido a las diferentes cualidades de cada persona y valoraciones que el mercado tiene sobre el trabajo que realizamos; pero inclusive este detalle también es tenido en cuenta y el liberalismo busca incrementar las oportunidades, no igualarlas, de manera que cualquier persona sin importar su condición social pueda contar con las mismas herramientas.

Considerar que la libertad humana como la entiende el liberalismo es caer en libertinaje es una falsedad. Los clásicos pensadores ya separaban ambas concepciones y sostenían que el libertinaje suponía una suerte de esclavitud y descender a un estado salvaje.

La verdadera libertad es un círculo virtuoso que libera material y espiritualmente. El ser humano es libre de usar su raciocinio para superar la condición salvaje y propenderse bienestar pero al mismo tiempo esta liberación material es necesaria para pensar sin caer en la dependencia paternalista de algún tipo de liderazgo mesiánico.

 
Santiago González Díaz
07 de junio del 2016

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