Luis Enrique Cam

Benedicto Jiménez: el estratega que trajo la aurora al Perú

Del miedo al júbilo: el operativo Victoria devolvió la esperanza al país

Benedicto Jiménez: el estratega que trajo la aurora al Perú
Luis Enrique Cam
05 de septiembre del 2025

 

Hay personas que, sin buscarlo propiamente, quedan marcadas por el destino para pasar a la historia. El curso de los acontecimientos y las decisiones que toman las van moldeando hasta convertirlas en figuras icónicas de hechos que cambiaron el rumbo de sus pueblos. Pueden haber hecho mucho o poco, antes o después, pero para la opinión pública y para la memoria colectiva su nombre quedará ligado a un solo acontecimiento. Tal vez sea injusto, pero así es como se construyen los relatos históricos. 

En la guerra que el Perú libró contra el terrorismo de Sendero Luminoso, surgieron cientos de héroes que entregaron su vida en combate, algunos fueron cobardemente emboscados y asesinados, otros que, aún entre nosotros, se ganaron un lugar en la historia por su valor, inteligencia y compromiso con el país. Entre ellos destaca Benedicto Jiménez Bacca, creador y líder del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), quien el 12 de septiembre de 1992 planificó y ejecutó el Plan de Operaciones Victoria que capturó al genocida Abimael Guzmán Reynoso, cabecilla de la organización terrorista Sendero Luminoso. Este acontecimiento histórico, se dio cuando los subversivos parecían haber jaqueado la democracia, el Estado de derecho y la libertad de los peruanos. Nuestra patria tiene un antes y un después de aquella memorable fecha y a ese hito se le asocia inseparablemente el nombre de Benedicto Jiménez Bacca. 

El Perú al borde del colapso

Lo peor que sufrió el Perú en el siglo XX fue el terrorismo sistemático de Sendero Luminoso y del MRTA. Masacres como la de Lucanamarca, en la que asesinaron brutalmente a 69 personas —incluidos niños—, asesinatos de líderes comunitarios como María Elena Moyano y Pascuala Rosado, secuestros a empresarios, apagones en las ciudades por la voladura de torres de alta tensión, pueblos enteros desplazados y una crisis económica asfixiante llevaron al país a rozar la condición de Estado fallido. Así lo recuerda mi generación: adolescentes que crecimos entre el miedo de los paros armados y el estruendo de los coches bomba. Jóvenes que emigraban frustrados por no poder cumplir sus proyectos de vida, buscaban la paz que no encontraban en su propio país.

Operativo Victoria

A pesar de la clandestinidad en la que operaba Sendero Luminoso, la soberbia de Abimael Guzmán lo llevó a cometer un error fatal: permitió que lo grabaran junto a toda la cúpula terrorista en el ya célebre video Zorba el griego. Cuando aquel material cayó en manos del GEIN, en marzo de 1991, el Perú entero conoció el rostro del llamado presidente Gonzalo. De pronto, allí estaba: Guzmán se mostraba con vida, ebrio, y a su lado aparecía cada miembro del comité central. Ese hallazgo marcó el principio del fin de Sendero Luminoso. El operativo Victoria estaba en marcha.

“La historia del Perú republicano es una historia de noches oscuras, pero también con auroras”, dijo Jorge Basadre. Aquella noche del sábado 12 de septiembre de 1992 me encontraba en casa viendo televisión con mis padres. En otros tiempos, un chico de 16 años estaría en el cine o en una fiesta, pero en esos días salir implicaba el riesgo de quedar atrapado en una explosión. De pronto, un cintillo apareció en la parte inferior de la pantalla: “La Policía Nacional ha capturado esta noche al líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. Ampliaremos en breve”. La primera reacción fue de incredulidad; parecía una noticia irreal, un error de tipeo, un fake news. Sin embargo, el cintillo insistía. Instintivamente me abracé con mis padres. Fue un abrazo de alegría y esperanza, como una bocanada de aire puro entre una polvareda de escombros. El delincuente más buscado del país, responsable de más de 25 mil muertes y de pérdidas materiales superiores a 22 mil millones de dólares, había sido finalmente capturado. Era difícil de creer. Minutos después, el noticiero emitió un “flash” en sobreimpresión acompañado de una sencilla melodía que anunciaba algo histórico: el locutor confirmó que la DINCOTE había capturado al “principal enemigo del Perú”, Abimael Guzmán Reynoso, artífice de tanta muerte y dolor. Era la noticia más esperada del siglo, y el país entero estalló de alivio.

El GEIN: inteligencia, coraje y método

Ese recuerdo, imborrable para quienes lo vivimos, se lo debemos a los 82 agentes del GEIN (hombres y mujeres) liderados por Benedicto Jiménez Bacca junto a Marco Miyashiro y Luis Valencia quienes desarrollaron la Teoría Policial de Inteligencia operativa que combina la inteligencia clásica con la investigación criminal. Fueron los mejores detectives especializados en lucha antiterrorista que trabajaron sin descanso, con limitados recursos, vigilados por las sombras del SIN, incomprendidos incluso dentro de su propia institución (les decían los “cazafantasmas” entre otras diatribas), pero con un inmenso amor al país que lo suplía todo. Gracias a su método de investigación “OVISE” (Observación, Vigilancia y Seguimiento), los agentes Delfín Calcio, Mercurio, Ingeniero, Truquini, Rubí, Ardilla, Gaviota, entre otros, en base a una “fina y paciente operación de inteligencia policial operativa” le demostraron al mundo lo que parecía imposible. En el GEIN no hubo espacio para el azar sino inteligencia, astucia y habilidad. 

La captura del siglo

En familia festejamos con un abrazo, pienso que esa escena se repitió en cada hogar peruano ¿lo recuerdas tú amigo lector? Como que el cuerpo recobrara vida, sentí un soplo de optimismo. Fue una noche feliz. Al día siguiente, domingo, fui a comprar el periódico por más detalles de la “Captura del siglo”. Las primeras planas de los periódicos titulaban “Cayó Abimael” con una fotografía del siniestro personaje que se autodenominaba la “cuarta espada del marxismo”. La gente aglomerada alrededor del quiosco celebraba espontáneamente la gran hazaña. Era la aurora de una larga y oscura noche.

Héroe de la democracia y de la pacificación nacional

Pero, ¿quién es el hombre que al frente del GEIN logró asestar el golpe que cambiaría la historia del Perú? ¿Quién es Benedicto Jiménez?

Nacido en el populoso barrio de Santa Rosa de Pisco el 7 de mayo de 1953, Jiménez creció con el temple de quienes se forjan en la adversidad. Hijo de María Bacca, una inmigrante griega y de un zambo chinchano, constructor de obras públicas y buen guitarrista, estudió en la gran unidad escolar José de San Martín de Pisco y concluyó los estudios secundarios en el colegio Ricardo Bentín del Rímac. En 1973 ingresó al Centro de Instrucción de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP) graduándose en 1977 en el primer lugar de su promoción recibiendo la “Placa de Oro” en la especialidad de investigación criminal. No se conformó con ser un excelente investigador: se atrevió a postular al Curso Regular de Comandos del Ejército, convirtiéndose en el primer policía —y durante años el único— en portar con orgullo la boina negra del cuerpo de élite del Ejército peruano. En costa, sierra, selva, tierra, mar y aire, superó pruebas que pusieron a prueba sus límites físicos y mentales, ganándose el respeto de sus instructores y compañeros de armas. Esta formación fue decisiva para lo que vendría después.

Su pasión por el conocimiento y la lectura de los clásicos lo llevó a graduarse también como abogado. En 1984 fue destinado a la Dirección Contra el Terrorismo (Dncote), donde creó el 5 de marzo de 1990 el Grupo Especial de Inteligencia, el GEIN, una unidad con mística que acabaría convirtiéndose en leyenda. 

A lo largo de su trayectoria, fue primero en casi todos los cursos que llevó, incluido el del Centro de Altos Estudios Nacionales (CAEN). Además, deja un amplio legado escrito en obras como Origen, desarrollo y ocaso del terrorismo en el Perú, El ABC de SL y el MRTA, El precio de la libertad y La captura del presidente Gonzalo, en el que narra los detalles de la operación policial que recorrió el planeta y hoy es estudiada en academias internacionales como modelo de inteligencia operativa.

Hombre franco, reservado y de convicciones firmes, siempre ha estado dispuesto a compartir su experiencia con los más jóvenes, doy fe de ello. Sin embargo, la política le trajo sinsabores: sufrió persecución y encarcelamiento sin sentencia definitiva. Dos operaciones a corazón abierto dejaron mella en su cuerpo, pero no en su espíritu, que se mantiene firme, como en aquel septiembre en que la historia del Perú cambió.

El preso 1509

Doce días después de la captura, el 24 de septiembre —día de la Virgen de las Mercedes, patrona de las Fuerzas Armadas—, el Perú vio, entre la incredulidad y el asombro, una imagen que parecía salida de una pesadilla: el genocida Abimael Guzmán, el “Cachetón”, enjaulado, vestido con un uniforme a rayas marcado con el número 1509. No era un número cualquiera: era un homenaje silencioso a la Policía de Investigaciones del Perú, fundada un 15 de septiembre. Aquella escena no solo mostraba la caída de Guzmán; era también el símbolo de un país que, tras años de oscuridad, comenzaba a recuperar la esperanza.

La aurora de Benedicto Jiménez

Descabezada la serpiente, la organización terrorista se desmoronó como un castillo de arena. El llamado “presidente” Gonzalo firmaría su derrota por unas mejores condiciones carcelarias. Así, el Perú dio el ejemplo al mundo que con el terrorismo nunca negocia. Aquella noche del 12 de septiembre fue una aurora. Y el nombre de Benedicto Jiménez Bacca, líder del GEIN, artífice de la captura de Guzmán, permanecerá como símbolo de la inteligencia, el valor y la perseverancia que salvaron a la patria del abismo. Gracias a él y a los 82 agentes, el Perú amaneció libre.

 

PD: El 16 de julio pasado la presidente Dina Boluarte ascendió con justicia al grado de general al coronel Benedicto Jiménez por acción distinguida. Un gesto de reivindicación y desagravio por la mezquindad que padeció Jiménez estando en actividad.

Luis Enrique Cam
05 de septiembre del 2025

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