Alejandro Arestegui

El plan gradualista que puede enterrar a Bolivia

Análisis de las propuestas del candidato demócrata cristiano Rodrigo Paz

El plan gradualista que puede enterrar a Bolivia
Alejandro Arestegui
05 de septiembre del 2025

 

La semana pasada hablamos sobre las numerosas veces en las que las fuerzas democristianas o socialcristianas apoyaron a candidatos de izquierda. Tal como indicamos, también muchas de sus propuestas se alejan de lo que se tiene entendido como “derecha”. Estas propuestas, que acercan a los candidatos socialcristianos más hacia un perfil de izquierda, no solamente parten de lo económico, sino incluso también de lo social y cultural (rozando casi lo socialdemócrata). En la presente columna vamos a examinar al candidato Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano de Bolivia y uno de los contendientes de la segunda vuelta electoral de este país.

Para comenzar y poder contextualizar mejor, veamos quién es el candidato Rodrigo Paz Pereira. Nacido en el exilio en 1967 y poseedor de doble nacionalidad (boliviana y española), Rodrigo Paz proviene de una familia de raigambre política. Su padre, el cochabambino Jaime Paz Zamora, fue presidente de Bolivia de 1989 a 1993 (antes también fue presidente de 1982 a 1984). Paz Zamora también fue el fundador del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), partido inscrito en la Internacional Socialista. Su partido accedió al poder en 1989 a pesar de haber quedado tercero en las elecciones generales gracias al apoyo del ex militar Hugo Banzer. El gobierno del padre de Rodrigo Paz estuvo marcado por las inestabilidad política y graves acusaciones de corrupción e incluso narcotráfico.

Rodrigo Paz, el actual candidato, comenzó sus andanzas en la política boliviana en el año 2002 con el partido de su padre, el MIR. A pesar de sus diversas afiliaciones políticas su discurso siempre ha sido caracterizado por tener ideas de centro izquierda que no difieren tanto de los nefastos planes que aplicó durante todos estos años el MAS de Evo Morales. Su primer cargo importante dentro de la administración pública fue en el año 2015 cuando asumió la alcaldía de la ciudad de Tarija. Dicha gestión, que duró del año 2015 al 2020 y se caracterizó también por muchos escándalos de corrupción y de constante conflicto con el gobierno nacional. No obstante, en las elecciones del año 2020 se unió a la Comunidad Ciudadana, el partido del expresidente Carlos Mesa y salió elegido senador. En abril del presente año se oficializó su candidatura presidencial a las elecciones de 2025 uniéndose a la alianza electoral del Partido Demócrata Cristiano de Bolivia (PDC).

Ahora sí, pasemos a hablar de su plan de gobierno y propuestas políticas, si es que se le puede llamar así. El título de sus propuestas lleva el rótulo de “Agenda 50/50. Política al servicio de la gente”. El plan de 25 páginas no contiene una explicación detallada de las reformas que va a realizar Paz en caso de ser elegido. Básicamente podemos decir que es una declaración de intenciones, a continuación, veremos el por qué del asunto.

Las primeras 14 páginas del plan de gobierno son sólo un análisis de la situación económica y política que atraviesa Bolivia. Para los millones de bolivianos que han atravesado problemas económicos luego de casi 19 años de gobierno socialista del MAS esto podría resultar hasta una redundancia. Si leemos el apartado “A”, es una crítica al llamado “Estado Tranca” que es un estado centralista que concentra más del 80% del presupuesto general, menoscabando las competencias de los niveles subnacionales previstos en la propia constitución boliviana. 

Por otra parte, el largo apartado “B” es una suerte de diagnóstico de la situación que atraviesa el país. Comienza tratando la crisis económica: estanflación y desequilibrios estructurales. Luego pasa a hablar de la crisis política: fragmentación, ingobernabilidad y asfixia centralista. El tercer punto a tratar es de la crisis judicial: auto prorroguismo, politización y desconexión con la sociedad. El cuarto punto lo denomina “impacto de la crisis multidimensional en los sectores del estado y la sociedad”. Los dos últimos puntos de este apartado son: “Impacto de la crisis multidimensional en la seguridad del Estado” y “Situación proyectada si no se resuelve la crisis multidimensional”.

Luego de estas 14 páginas de redundante análisis y demagogia la cual ya está sobreentendida por la mayoría de bolivianos, recién llegan las propuestas en el apartado “C”. Ese apartado supuestamente se divide en dimensiones estructurales (Economía, Institucionalidad del Estado y Justicia) y en dimensiones sectoriales, donde se ubican cuestiones importantes como educación, salud, empleo, deporte, turismo, hidrocarburos, minería, entre otros. Cabe resaltar que en ninguna de estas “dimensiones” hay medidas concretas para solucionar los problemas de cada uno de estos sectores.

En el apartado “D” encontramos los llamados objetivos estratégicos. Estas medidas que parecen más sustanciales son en realidad una simple declaración de intenciones. Utilizando los verbos “implementar”, “institucionalizar”, “reconfigurar”, básicamente están diciendo que van a hacer las cosas distinto a lo que se ha estado haciendo los últimos 19 años. Sin embargo, hasta ahora no dicen cómo lo harán. A pesar de que en el papel suena interesante que se reactive la economía y que se modernice y fortalezca las instituciones y la seguridad, eso es algo que todos los candidatos promueven, el plan de Rodrigo Paz carece de un sello específico más allá del eslogan 50/50.

Quizás el punto más criticable sea todo el apartado “E”. En esta parte del plan de gobierno, Rodrigo Paz promueve una serie de reformas que paradójicamente incluyen muchos recortes de gasto, mayor eficiencia del estado pero a la vez la implementación de “políticas inclusivas”. Esto es muy contradictorio y paradigmático considerando que en el análisis que ellos mismos se hicieron en el apartado “A” decían que el estado boliviano iba a concluir el presente año con un déficit equivalente al 12,5% del PBI. Con semejantes gastos y cada vez menores ingresos por parte del tesoro, parece imposible e irreal que el gobierno de Rodrigo Paz pueda conseguir los fondos suficientes para reducir cargas impositivas y volver eficiente al estado, pero a la vez promover mayor educación pública, un sistema universal de salud estatal y quizás lo más controvertido de todo: un sistema de pensiones jubilatorias universal. Dentro del resto de estrategias, cuando el candidato utiliza los verbos “incentivar”, “promocionar” e “implementar”, esto significa mayor gasto público. Esto se evidencia cuando se indica la creación de nuevas entidades estatales que velen por el cumplimiento de estas reformas.

Este nefasto plan concluye con una gráfica la cual no muestra etapas, fechas ni plazos delimitados para cumplir las propuestas contenidas en este plan de gobierno. Bajo ningún motivo figura el liquidar, finiquitar o privatizar las enormes y deficitarias empresas estatales. Se habla de estabilizar la moneda pero no se habla de un rígido control de la emisión y mucho menos se habla de la delegación de muchas de las actividades económicas que estaban monopolizadas por el estado hacia el sector privado. 

Un país como Bolivia que necesita urgentemente un shock económico, se vería empañado por este plan que está lleno de medidas gradualistas; y peor aún, con muchas medidas que implicarían un desembolso por parte de un cuasi quebrado estado boliviano. Mucho me temo que en caso gane, estas propuestas socialdemócratas de Rodrigo Paz no lograrían otra cosa más que exacerbar los ánimos, empeorar la crisis social y seguir perturbando las finanzas del país. Hasta ahora no se ataca de forma contundente la enfermedad crónica del Estado boliviano que es el despilfarro y la permanente intromisión estatal en asuntos que en otros países son atribución del sector privado. Mucho me temo que, si el candidato del partido demócrata cristiano gane, podría originar cinco años de caos social, los cuales serían aprovechados por el socialismo recalcitrante para querer volver a tomar el poder.

Alejandro Arestegui
05 de septiembre del 2025

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