Raúl Mendoza Cánepa

Piensa mal y acertarás

Una democracia boba es el anticipo del totalitarismo

Piensa mal y acertarás
Raúl Mendoza Cánepa
01 de mayo del 2022


Para Hugo Chávez hubiera sido fácil tomar todo el poder en un escenario como el peruano. Ni siquiera hubiera necesitado forzar las instituciones y los partidos, ya todo vendría fácil: un Congreso débil e indeciso, partidos intermedios con topos, personajes oscuros que hablan de gobernabilidad cuando la democracia está a su fin, oportunidades de vacancia que se pierden por miedo o interés, una justicia condescendiente y bobos que le abren la puerta y los sets a los enemigos de la libertad. “Dar una plataforma a radicales antidemocráticos es liberal”. Sí, claro; si es que los desarmas intelectualmente en público, si los rebates con destreza verbal, si defiendes la democracia y la libertad en sus propias caras.

Los anfitriones asumen que cualquiera tiene la libertad de expresarse. Los más ingenuos creen que el intolerante va a trastabillar con sus extremos y debemos dejar que se hunda solo; pero no es así. Gramsci nos dio la fórmula de cómo el marxismo podría penetrar en las conciencias de la gente sin que nos demos cuenta, solo con darle tribuna en diferentes espacios. Con sofismas, elocuencia y falsa data siempre hay alguien a quien se puede convencer. 

La democracia radical tiende a destruirse bajo los efectos de la paradoja de la tolerancia de Karl Popper. Sobre esa base algunos plantean qué ocurriría si es que los tolerantes permitieran el discurso nazi en las plazas europeas. Decir lo que dijo Aníbal Torres en Alemania le hubiera costado el cargo. Es verdad que no se puede simplificar la paradoja al punto de que la sociedad tolerante se convierta en lo que precisamente ataca y se vuelque a censurar libros, clausurar exposiciones, vetar en medios. De allí a la persecución de las ideas hay un paso. En la paradoja popperiana se plantea que hay que combatir al intolerante en el plano de las ideas, responderle con razonamientos incontestables, no dejársela tan fácil; pero no se ilusionen, no es nuestro caso. En el Perú un intolerante que amenaza a la democracia puede pisar un set de televisión y pasarla como con agua tibia; puede ir a un evento público llamado por el marketing o la curiosidad de quien lo invita y puede pasearse con un entrevistador pasmado.

Los medios pueden ser generosos con los intolerantes porque les conviene: ensancha el área de torta que les toca si el intolerante en modo larvario es el que tiene el poder. Algunos políticos de “oposición” pueden hacérsela redonda a un proyecto autoritario porque más es lo que ganan con la genuflexión asolapada… pues ya habrán reparado que en la política peruana son más los mercachifles que los visionarios. 

Una democracia boba es el anticipo del totalitarismo. Es verdad lo que dice Cerrón, ganar una elección no es alcanzar el poder; solo que se refiere al poder autocrático, el que lo tiene todo, el que hace la ley, ejecuta, acusa y juzga; el que decide lo que se dice en los medios, el que controla las armas, el que maneja la caja, el que tiene la prensa y hasta la religión. El poder democrático no concentra, separa y equilibra, de ese poder no nos habla Cerrón. Cuando Perú Libre logre su objetivo de poder total, lo reto, escriba libremente un libro, preséntelo, pida que lo inviten a la televisión, sea Catón, despáchese en una plaza. ¡Vaya Popper! La intolerancia en un mundo de bobos siempre termina por vencer.

Raúl Mendoza Cánepa
01 de mayo del 2022

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