Raúl Mendoza Cánepa

Periodismo cultural

Interpretar, concluir, criticar y promover nuevas ideas

Periodismo cultural
Raúl Mendoza Cánepa
07 de mayo del 2018

 

“Lo que ya está en Internet ya existe” es una frase redundante, pero tiene un significado cuando analizamos el periodismo cultural. Este no es repetir lo dado, sino crear sobre lo dado; es dar prioridad a la formulación de ideas y, por tanto, generar un debate que atraiga lectores y trascienda las páginas. Se es intelectual en la medida que se “aporta al mundo”, no cuando uno repite lo que se puede encontrar en cualquier parte. El periodista cultural debe evolucionar para pasar de ser un observador y distribuidor de datos a ser un importante analista de su tiempo.

Lo he observado especialmente en las publicaciones pioneras que brillaron aún en la espesura de su extensión y edición rudimentaria. En el Perú, La Gaceta de Lima, Mercurio Peruano. En el siglo XX se evoluciona sin perder el referente de creación de pensamiento. Una de las primeras publicaciones (cuando la crítica era anónima) fue The Times Literary Supplement desde 1902, un apartado sugerente de análisis de libros de The Times. Pocos años después aparecería Nouvelle Revue Francaise, primero bajo la dirección de Eugene Montfort y luego de André Gide. La revista se suspende en 1914, dejando una estela de ideas nuevas. Las plumas que dejaron huella fueron las de Gide, Chesterton, Claudel, Tagore, Valéry, Unamuno, Proust, Ibsen, Conrad, Whitman, Mallarmé y otros.

Pasada la guerra, Ortega y Gasset funda la Revista de Occidente (1923-1936), todo un referente de periodismo cultural y de pensamiento en la historia. El mundo de los pensadores de la cultura maduraba e, incluso, inspiraba algunas publicaciones en América Latina. Al margen del carácter elitista de algunas, aún desarticuladas de la idea de periodismo, se creaban corrientes, se promovían paradigmas, en cierta manera se transformaba el mundo.

No es suficiente con saber lo que ocurre en la cultura, de lo que se trata es de interpretar, concluir, criticar, abrir perspectivas, llamar a la polémica y promover nuevas ideas que, además, trasciendan. Sin embargo, hoy existen dos planos, si es que nos referimos al periodismo impreso: las páginas culturales y los suplementos. Las páginas informan de las novedades, convocan. Los suplementos, por su naturaleza, deben ir más allá de informar y convocar, porque se ubican en un punto equidistante entre el periodismo, la divulgación y la intelectualidad.

Quizás conviene aclarar. Una página cultural informa sobre las novedades en cada disciplina: libros, exposiciones, presentaciones. Informar es hacer periodismo, a secas. Asumir el papel de intelectuales lleva a los suplementos a ir más lejos, a interpretar esas novedades y analizarlas como fenómenos de nuestro tiempo. Divulgar es educar y es otra de las tareas del periodismo cultural. Llevar la literatura clásica, la filosofía, la historia o el arte a la familia sin perder el rigor y añadiendo un análisis que al lector deba interesar, gustar, “picar”, y que pueda completar o rebatir. Se asume que la divulgación es una tarea menor de la cultura, pero no lo es si vemos cómo puede articular la “instrucción” con la formación. Conjugar la información, la creación de las ideas, educar y provocar es una misión que el periodismo cultural en el mundo suele perder de vista en aras del simple periodismo que es solo “dar a conocer”. En tiempos de Internet, informar en sentido estricto se reduce a repetir.

Mientras que el periodismo impreso en general tiene un desafío (lo que ocurre hoy lo veo desde el taxi en mi celular y será historia mañana cuando lo lea en el impreso de un diario), la prensa cultural de los diarios tendrá como reto no apurarse cuando ocurra un evento, sino detenerse para no repetir todo lo ya dicho con dosis de posverdad. El valor de la prensa reside en el análisis, la veracidad, la precisión y la integridad de la noticia.

En un país en el que leer se cree una pérdida de tiempo, el periodismo cultural puede ser clave para interesar y colaborar en la formación de la gente. Algunos muy buenos análisis han llevado a este columnista a buscar un libro o a ver una obra de teatro. Un periodismo cultural que avive “las ganas de leer, ver y pensar” habrá cumplido su misión.

 

Raúl Mendoza Cánepa
07 de mayo del 2018

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