Paredones imaginarios

Es increíble la impunidad de los llamados “niños” de Acción Popular. Alguno no solo “mochó” sueldos y varios vendieron sus votos parlamentarios al “analfabeto” funcional que hoy habita Barbadillo, también lograron salvar el pellejo; y no solo salvarse en su fuero, sino ser hoy el fiel de la balanza en la elección de la Mesa Directiva por venir. Si los congresistas de Acción Popular entregan la Mesa Directiva a la izquierda radical parlamentaria, serán recordados como los grandes traidores a la democracia.

No dudo de lo que son capaces si se trata de negociar la impunidad y quedarse hasta 2026; pero el daño que le han hecho a su partido es irreversible, no solo por el futuro electoral sino también porque constituyen la peor bancada de la historia parlamentaria en el Perú. Eso es consecuencia de la “no reelección” concebida por Martín Vizcarra, un bodrio que terminó por dinamitar las instituciones y que pone en cuestión la figura del referéndum, propicio para la demagogia, la manipulación y el plebiscito.

De hecho, Acción Popular tiene personajes notables. Hace unos días estuve en la presentación del libro sobre un gran y decente acciopopulista, Elías Mendoza Habersperger. El título le hace justicia: Paladín de la democracia y la libertad. Mendoza es un demócrata y un hombre de leyes. Qué decir de Javier Arias Stella, Gastón Acurio, Edmundo del Águila, Eduardo Orrego y de otros grandes que hicieron honor al sueño de Fernando Belaunde y que aún están vigentes en la memoria y la acción. Algunos lideres históricos que han hecho gala de oratoria parlamentaria debieron ser los que por méritos ocuparan los escaños que los impresentables tomaron para sí. Eso fue la no reelección.

Sin generalizar, desde luego. No dudo que que Maricarmen Alva y alguno o alguna por allí sean acciopopulistas reales, sometidos a la inmolación de compartir lugar con lo más nefasto que ha dado el Congreso en muchos años. Lo curioso es que cuando nos referimos a Acción Popular, nos referimos a uno de los partidos más históricos e institucionalizados, un partido que practica la democracia interna, pero que perdió el rumbo; como si hubiera sido infiltrado, tanto como para que muchos de sus congresistas y alcaldes no hayan leído nunca obra alguna de Belaunde y hayan visto en el partido una plataforma para el hurto. A tal estado de cosas lleva la falta de dirigencia.

Por lo que ya se lee, Edmundo del Águila (padre) ha ganado todos los procesos ante el Jurado Nacional de Elecciones y pronto será felizmente reconocido su derecho a ocupar la secretaría general. Del Águila será el orden que el partido de la lampa busca y ejecutará la expulsión de los malos congresistas que han manchado el nombre del partido y que no son nuevos en la militancia. Será la su tarea será más extensa y compleja: limpiar la casa, buscar infiltrados, consolidar la academia de doctrina y recuperar la credibilidad de un partido al que ciertos líderes solo parecen empecinados en dañar. Yonhy Lescano habrá sido congresista y candidato presidencial, pero su presencia no ayuda a recuperar la fe.

Por desgracia, el daño de los “niños” ha sido tanto como un misil nuclear sobre una casa rosada en el Paseo Colón.