Papá Noel, el imperialista

Eran los años setenta. Yo acababa de regresar de una beca de postgrado del Instituto del Arte, la Música y el Espectáculo de la Universidad de Bologna, dirigido por Umberto Eco. Tiempos de las Brigadas Rojas y de la crisis del petróleo propiciada por la OPEP. Tiempos de revolución, por cierto.

Al tornar, debía ´pagar la beca´ trabajando para el Estado. Y más que obvio que mis estudios me conducían a la entonces ´temible´ Oficina Central de Información. La OCI. Conocía, de La Punta, al General Eduardo Segura, amigo de la casa. Justo fue quien me llevó a trabajar con él.

En la OCI trabajaba ciertamente gente de izquierda, mucha de ella brillante. Omito nombres. Alguno de ellos llegó a ser posteriormente Embajador con otro Presidente. Pero en tiempos de la OCI era un revolucionario amigo de Cuba y enemigo del “imperialismo yanqui”. De lo que hoy sería el cliché del neoliberalismo. 

Y en el intento por ´revolucionar´ al país simbólicamente, un grupo de sociólogos que allí trabajaban propuso que debía enfrentarse en la imaginería ese simbolismo. Y propusieron institucionalizar al Niño Manuelito en vez del importado e indeseable Papa Noel. El primero ciertamente es el centro de la Navidad en Cusco. El segundo, creación de la Coca Cola –con sus colores–, producido para incentivar consumo e imagen a través de la ilusión del personaje bonachón que repartía juguetes en Navidad. 

Recuerdo que tuve que hacer al respecto un informe y explicarlo al propio General Segura. El mío distinguía entre fe e ilusión de la niñez. Aludía al dolor que ha de causarse al niño Manuelito con una espina que se le clava en el pie cuando se le pide algo. Y subrayaba –entre otras razones– no solo que Manuelito era un localismo cusqueño frente a la imaginería globalizada del Papa Noel bonachón. No había, pues, la oposición tan peruana o/o. Ambos podían coexistir en sus ámbitos.

Recuerdo que fue el futuro Embajador –al que aludí antes– quien me dijo que era un contrarrevolucionario. Y criticó un jean que yo usaba y que tenía en la parte de atrás la bandera de los Estados Unidos como parte de su logo. “¡Cómo puedes usar ese pantalón con la bandera norteamericana!”. Recuerdo que sonreí y le contesté: ¡Para que veas que me siento en el imperialismo!

Lo cierto del caso es que el asunto se discutió también en la prensa progubernamental. Mucho argumento falaz por cierto, como cuando se trata de prensa cautiva.

Y viene a mi memoria una reunión final con el General Segura, hombre inteligente y campechano. Donde no pesó la cantidad de informes a favor de Manuelito y los pocos a favor de Papá Noel y el respeto al niño tradicional. No o/o sino y/y.

Sabemos qué decisión tomó él, consultando con el General Velasco mismo. Papá Noel seguiría existiendo. Y ese niño del Nacimiento y esos regalos de Noel convivieron. Y ambos –como yo– les deseamos Feliz Navidad.