Eduardo Zapata

“Oro sí, agua no”: ¡Montesinos va!

Cortinas de humo y maquinaria estatal a su servicio

“Oro sí, agua no”: ¡Montesinos va!
Eduardo Zapata
29 de enero del 2020


Más allá de los resultados cuantitativos de las elecciones del domingo pasado, y más allá de los resultados favorables a unos y desfavorables a otros (según la óptica con que se mire), varias cosas llaman la atención política de veras. En primer lugar –y esto no es poco importante para una República democrática– la gente ha ido a votar tranquilamente y sin rubor, convocada por un régimen de facto y convalidándolo. Avalado, por cierto por un Tribunal de Garantías Constitucionales lleno de magistrados con mandato vencido y digitados por sus simpatías ideológicas, en un caso, así como por expectativas de dádivas por el otro.

En otros países, la gente no habría ido a votar. Así de simple. Pues dado el origen no democrático de los convocantes y los fines perseguidos (atomizar el electorado, eliminar partidos adversos), se trataría para las mayorías de una elección viciada. Contenta estaba la gente sin Congreso, desconcertada luego al no saber por quién votar; decidieron entonces votar por lo supuestamente puro y alejado de todo asomo –real o imaginario– de corrupción. 

De hecho el ausentismo y el voto viciado han alcanzado un aproximado de 40% del electorado. Pero ante la amenaza de la multa, vital para muchos, no hubo más remedio. Sin embargo, lo relevante sigue siendo votar, en un contexto que finalmente convalidaba a un gobierno pseudodemocrático, donde la separación de poderes es una ficción.

En segundo lugar, entonces, esto revela hartazgo ante un Congreso que mostraba ejemplares impresentables, pero que era un poder del Estado. Y lo reemplazábamos por el azar de la Tinka y el humor del castigo. Lo cual equivale a decir mucho del espíritu cívico y de las convicciones realmente democráticas del pueblo peruano. Por encima de la Constitución, primó la rabia de no ser atendidos y ser simples espectadores del saqueo, 

Y en tercer lugar, desde la convocatoria hasta los resultados nos dicen que Vladimiro vive. Siempre sonriente en las pocas audiencias publicitadas a las que asiste, de muy buen semblante, peso ideal y despreocupado. Casi como si la celda de la Base Naval fuese más bien un spa de rejuvenecimiento y oficina de sus prácticas antidemocráticas. ¿Dormirá allí? Puestos claves para las elecciones ad hoc y sumisos al Poder, dosificación de noticias para desprestigiar al ´enemigo´, mezcla de cargos serios a los candidatos con candideces o fake news, cortinas de humo, maquinaria de todos los poderes a su servicio. Obvio, incluyendo a la industria mediática (prensa, radio, TV y encuestas) que divulgaban libretos y no opiniones propias. Y menos las populares. Solo faltaron Virgencitas que lloren, pero esto es ya truco manido.

De modo que estas elecciones han sido hechas ex profeso para los intereses de quienes detentan el poder. En Palacio y detrás de él. Y nuestro pueblo, con una baja formación cívica, creyente en milagros algunos y temerosos por los mitos otros, votó. ¡Fiesta democrática!, como dijeron ´periodistas´ con el libreto impreso en el hipotálamo. No sé si los resultados –algunos inesperados como la presencia de Frepap– hayan intranquilizado los nervios gubernamentales. Definitivamente tendrán que dialogar. 

La mesa parecía estar servida para el continuismo de la nada y para las ambiciones de otros –obvio, los menos– de perpetuarse en el poder. Si no era a través de la perpetuación del inquilino de Palacio, a través del Mesías Salvador. El Trudeau criollo.

Las arcas están aún llenas. Bastaría una campaña populista y regalona para apuntalar una candidatura que –siguiendo el libreto y en el caso del Salvador– “se opuso” al golpe, pero defendió su causa en el hemiciclo como el actor que es. Incólume en el vestir y actuar, serio y atractivo para muchos que ven externalidades, aun cuando carezca de experiencia y cuadros propios para manejar de veras un país donde ´urgen las urgencias´ de las mayorías.

Ya sabemos que las llamadas izquierdas o derechas se contentan con consultorías o puestos claves en los organismos decisorios paralelos al Estado (Osiptel, Ositran y demás entelequias mercantilistas). ¡Si no llegamos por las urnas directamente, ahí estamos! La prensa contenta porque con ´salita´ montesinista o sin ella, sobrevivirá con la jugosa publicidad estatal.

Para los amigos, la ley del oro; para los enemigos la ley discrecional y el cadalso mediático. ¿No estaremos incendiando la aún pálida pradera democrática para el advenimiento de un abierto defensor de la ´causa de los más´? 

Los resultados obtenidos por el Frepap –por su importancia– merecen un análisis aparte.

Eduardo Zapata
29 de enero del 2020

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