No hay peor ciego…

Hace muy pocos días, la jefe de la Sección Política y de Investigación del diario Expreso sufrió un avasallamiento más de la “justicia”. Con la complicidad de la Fiscalía, un juez y la Policía se realizó un operativo de descerraje –con más de 40 policías y varios fiscales, como si fuese una delincuente prontuariada– para decomisar dos cámaras comunes de video vigilancia que la señorita aludida tenía en las afueras de su departamento.

El pretexto era que frente a su casa había ocurrido un hecho delincuencial –seguramente armado para tener ´motivo´–, pues había una cámara de la Municipalidad del Callao que cubría 360 grados y ante cuya precisión de captura de imágenes para ´identificar a los sospechosos´ las cámaras de la periodista poco podían añadir. El gran despliegue del operativo artificial no solo ponía en evidencia la falta de independencia de poderes en la que vivimos, sino una advertencia a una voz disidente respecto al régimen. El que no quiere ver…

Por supuesto el hecho pasó inadvertido para la gran prensa subsidiada y para la mayoría de organismos supuestamente defensores de la libertad de expresión. Algunas voces aisladas protestaron, pero se diluyeron en las redes sociales. De haberse tratado de un periodista oficialista se hubiesen escuchado miles de voces clamando por la libertad señalada. Y los ministros y autoridades responsables de todo esto al menos hubiesen tenido que dar una explicación coherente. Pero nada. El que no quiere ver…

Pero esta nota quiere ir más al fondo. Al mercantilismo del poder político, social y económico que no ha vacilado en subsumir los poderes del Estado al servicio del régimen, para lograr el silencio de la disidencia y la perpetuidad en el manejo de la cosa pública, bien sea a través del propio presidente actual o bien a través de cualquiera que se preste a ello. Caído Guzmán, tenemos por el momento al mesías Salvador. El que no quiere ver…

Uri Ben Schmuel dijo acertadamente, hace poco en una entrevista televisiva, que en el Perú vivíamos una pequeña isla de liberalismo en un mar de mercantilismo. Todo bajo el amparo del Estado, que no solo ejerce el papel de gendarme de ese mercantilismo, sino que lo obedece ciegamente, al punto de no vacilar en poner todo el aparato estatal en una sola mano. La separación de poderes es una ficción fantasmagórica. El que no quiere ver…

Herida mortalmente (no excluyo su culpa, por si acaso) una de las opositoras y asesinado mediáticamente el otro que se negó a la payasada de la ignominia judicial, la cancha parecía estar despejada. Pero he aquí que las elecciones congresales convocadas para entretener al pueblo no han resultado –contrariamente a lo que muchos piensan– del todo favorables a los planes del mercantilismo del poder. El pueblo castigó a los que creyó que merecían castigo, pero eligió un mosaico de voces que a la larga pueden resultar nocivas a los designios mercantilistas. 

Tal vez resulte simbólico de todo esto no solo la amenaza de avasallamiento de la voz disidente de Expreso, sino también el hecho del apresuramiento del encarcelamiento inminente de la señora Keiko, la aparición protagónicamente levantada por la prensa de algunos personajes clásicos en los festejos de Acción Popular, por encima de los líderes oficiales del Partido, y la inmediata campaña –sí, campaña– de desprestigio del Frepap. El que no quiere ver…