Eduardo Zapata

Montescos y Capuletos en el Perú

Estamos divididos y enfrentados por falsas etiquetas

Montescos y Capuletos en el Perú
Eduardo Zapata
28 de septiembre del 2023


Sin atisbos de romance y solo de tragedia. Pero pareciese que nos hubiésemos trasladado al siglo XVI, a Verona, y el mundo estuviese dividido entre Montescos y Capuletos.

En la obra Romeo y Julieta y refiriéndose a Romeo, Julieta dice: “No eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco que llevas. ¿Y qué quiere decir Montesco? No es pie, ni mano, ni brazo; ni semblante, ni pedazo alguno de la naturaleza humana. ¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no dejaría de ser rosa y de esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo”.

Entre nosotros empezamos por utilizar el concepto sociedad civil como una suerte de opuesto o contrapeso –difícilmente explicitado– a Estado o sociedad militar. Y desde allí hemos nominalizado adversarios sin reparar en lo que cada uno de ellos podía ofrecer –bueno, malo o regular– para el futuro. Existían y por eso nos preocupábamos de nominalizarlos; pero no nos preocupábamos de conocer reflexivamente sus esencias, ulterioridades o posibles pasos futuros. Más bien catalogamos a cada uno como enemigo y los arrinconamos hasta convertirlos en realidad ´narrativa´. 

Ahora escuchamos permanentemente alusiones a las izquierdas o a las derechas. Muchas veces y en verdad eufemismos para aludir a egoísmos y mucho cortoplacismo escondidos bajo etiquetas.

Y hasta el cansancio se ha dicho que la subversión aprovecha todos y cada uno de los espacios cedidos por el Poder. Y ocurre que quienes quieren desmarcarse de las etiquetas lo hacen cayendo en un pobre lenguaje de la nada donde las palabras pueden tener cualquier significado. Una ex ministra de educación dice curricula y no currículo, y no pasa nada; ella misma dice “superponieron” y no “superpusieron”; los puentes no se caen sino se desploman, no es calco es copia, dicen muchos; una ´distinguida´ neo constitucionalista nos deslumbra con su conjugación ´divergar´ en vez de divergir. Y todo esto se traslada incluso a acciones de gobierno. Balbuceadas y sin consideración a que los nombres y palabras, si no tienen asomo de realidad, más bien terminan en simples etiquetas o en la nada.

Para cualquier analista del discurso es claro que la presidenta inercial repite de memoria –y sin entender– frases, oraciones y aun períodos más largos. Buena memoria la de la señora. Pero tal vez precisamente porque no entiende suela referirse a su gestión de manera impersonal: “El gobierno de Dina Boluarte…”. Los ministros, seguramente por indicación del libretista, suelen decir: “La presidenta Dina Boluarte ha dado indicaciones…”. Aparente personalización, pero finalmente impersonalización.

Cuando el país necesita un shock de personalidad y de definición estamos gobernados si no por falsas etiquetas por el lenguaje de la nada. Duro decirlo, pero bueno entenderlo. Autosubversión de Estado.

Eduardo Zapata
28 de septiembre del 2023

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