Guillermo Vidalón
Minería y política de Estado
La oportunidad del Perú es ahora y no mañana
El diseño de políticas de Estado trasciende un período gubernamental, y su objetivo va más allá de la coyuntura y de los matices políticos de cada administración. Hay políticas que deben continuar porque para su concreción se requieren varios períodos de gobiernos y porque resultan de interés para la nación.
La promoción de la actividad minera representa la asunción de políticas de Estado, de una mirada hacia el futuro que se construye haciendo prospectiva, visionando aquello que se desea alcanzar y, a partir de allí, se establecen políticas que contribuyan al logro de los objetivos en el menor plazo posible. Por ejemplo, si se anhela un Perú desarrollado, sin pobreza extrema y con una reducción significativa de los índices de pobreza se requiere crecer por encima del 5% anual, mejor todavía si se recupera el ritmo de crecimiento de 2006 al 2011; es decir, 7% como promedio de expansión anual del Producto Bruto Interno.
Los peruanos han demostrado que son capaces de crecer siempre que exista liderazgo en la conducción del país si la burocracia colabora, en lugar de obstaculizar los proyectos en desarrollo, y si empieza a privilegiar lo sustantivo antes que la tramitología. Por que esta última no resuelve los problemas ni genera riqueza suficiente para cerrar las brechas sociales.
Si uno de los objetivos nacionales es “hambre cero” y eliminación de la pobreza en los próximos 15 años (tres períodos gubernamentales), es necesario incrementar los niveles de inversión en todos los sectores económicos, y ser conscientes de que todos los países están compitiendo para atraer inversiones. Un ejemplo es Argentina; bajo el liderazgo de su presidente, Javier Milei, está desmantelando el aparato estatal que estorbaba la creatividad y el emprendimiento de sus ciudadanos, derrotando la inflación y estimulando la recuperación de su aparato productivo.
Bien por los argentinos, pero un desafío más para países como el Perú que también debe competir para atraer inversiones. ¿Qué podemos hacer? Dejar de lado el debate estéril acerca de si se cambia o no la carta constitucional, porque eso ocasiona incertidumbre y retrasa la toma de decisiones. Quién tomará la decisión de solicitar un crédito hipotecario si al concluir el pago de su primera o segunda vivienda el Estado decide expropiársela o que debe ser compartida porque lamentablemente hay ciudadanos que no tienen vivienda. La falta de acceso a la vivienda se supera si el Estado estimula la oferta –es decir, la construcción– y no quitándole la propiedad a quienes lograron una casa-habitación digna.
Con las inversiones de mayor volumen ocurre algo similar. Se invierte siempre que exista un horizonte claro, que haya un nivel de certidumbre que haga prever que el presente gobierno y los subsiguientes no alterarán las normas que se constituyen en la garantía del sistema de generación de riqueza.
Retomando, si los objetivos nacionales son reducción de la pobreza y calidad de vida para los peruanos, se requiere estabilidad jurídica para que vengan las inversiones hacia el Perú, porque éstas generan empleo productivo que se constituye en la mejor herramienta de política social para superar la pobreza.
La minería formal, aquella que aporta al erario nacional, necesita de un período de maduración que en una primera etapa se manifiesta a través de las inversiones en exploración, aquellas que permiten establecer el potencial de un yacimiento. Una segunda es la fase de construcción de la mina, y la tercera es la de explotación. El horizonte de estas tres supera los 20 años, como mínimo; es decir, cinco períodos de gobiernos subnacionales y cuatro de gobiernos nacionales. Por eso se requiere mirada hacia el futuro que se materializa en el establecimiento de políticas de estado.
Cuando el Ing. Víctor Gobitz, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, manifiesta que el Perú puede duplicar su producción de cobre y tentar ocupar el primer lugar a nivel mundial está trazando un objetivo nacional que se basa en el potencial de yacimientos ya descubiertos en el Perú. La riqueza natural del subsuelo existe, pero falta transformarla en valor económico. El mundo sí va a requerir más cobre y también litio, ambos metales yacen en nuestro territorio, y existen los fundamentos para atraer inversiones al sector minero porque la decisión de cambio de matriz energética es un imperativo: migrar del empleo de combustibles fósiles a la electricidad.
La oportunidad del Perú es ahora y no mañana, que la tramitología y la burocracia no destruyan las esperanzas de millones de compatriotas que ven en la minería una oportunidad de desarrollo y generación de bienestar para todos.
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