Eduardo Zapata

Mascarilla: ¿prevención o censura?

Tú eres el culpable y tendrás que vivir tu destino

Mascarilla: ¿prevención o censura?
Eduardo Zapata
09 de septiembre del 2020


Si lo miramos bien, la representación gráfica de las mascarillas ya se convirtió en un emoji. Es decir, en un signo que no solo representa al objeto designado, sino que le añade la subjetividad de lo que siente el usuario respecto a dicho objeto.

Y sabemos que ya lingüistas cognitivos como Sophie Scott, por mencionar un nombre, nos hablan de la importancia de los emojis como una forma de recuperar la prosodia evanescida por la frialdad de la escritura tradicional. De modo que el emoji de la mascarilla y su representación/valoración en el imaginario popular nos hablan acerca de la importancia o no que se le concede a su uso.

Vemos todos los días cómo dichas mascarillas o están simplemente colgadas en el cuello o se utilizan –casi de manera protocolar y para evitar sanciones– para cubrir solamente la boca, mas no la nariz. Todo esto nos revela la importancia que le va concediendo la gente al uso del artilugio. No hablemos ya de lo poco que se ha hablado de mascarillas hechas con retazos de tela común, porque la prioridad es comer y el destino un hospital negado.

Pero la desvaloración de la mascarilla llega a extremos cuando una entidad oficial aplaude y fomenta la iniciativa de un grupo de tejedoras de nuestro Ande, que están haciendo estos productos improvisadamente con lana. Cuando todos sabemos qué tan eficaces pueden ser los espacios dejados entre los puntos del tejido para contener un virus como el que nos azota.

Daría pues la impresión de que después del fracaso de las políticas oficiales para hacer frente a la pandemia la suerte está echada. En medio de cifras manipuladas, de medidas ineficaces, de mentiras deliberadas y una sanidad pública que no recibe de veras lo que realmente necesita, la gente ha optado por el probabilismo. Entre ciertamente morir de hambre y correr el riesgo de ser una víctima fatal del coronavirus –cuyo índice de mortalidad es, por lo demás, bajo– se ha optado por la lucha por la vida. Máxime cuando no se tiene el dinero para comprar las mascarillas realmente protectoras y el Estado permanece impasible ante ello.

Ahora asistimos a una extemporánea campaña publicitaria supuestamente destinada a cuidar la salud, lo que el Gobierno no fue capaz de hacer en su momento. Una campaña que apela a culpar al ciudadano por vías casi de escarnio y de sembrar el terror. 

Parte de los medios de comunicación, que gozarán de la cuantiosa inversión, ¿no estaremos ante una campaña que trate más bien de grabar en el inconsciente colectivo la ecuación mascarilla igual censura? No hables, no reclames, no preguntes, tú eres el culpable y tendrás que vivir tu destino. 

Oportuna censura planteada por los operadores políticos del Gobierno ad portas de las elecciones presidenciales.

Eduardo Zapata
09 de septiembre del 2020

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