Raúl Mendoza Cánepa

Los podridos

Políticos que ponen al Perú detrás de sus intereses personales

Los podridos
Raúl Mendoza Cánepa
17 de junio del 2024


“Podrido” según la RAE es “putrefacto, descompuesto, infecto, pasado…”. Con estos significados la palabra puede conectar con nuestras castas políticas. Una muestra es el actual Congreso, donde todo se puede negociar según las circunstancias. “La política es dialogar”, me decía un parlamentario; como en el
eppur si muove de Galileo, murmuré: “Los enemigos de la libertad no son mis amigos”. Allá los pontífices (que tienden puentes) negociando el poder. Como González Prada en el discurso del Politeama (leído por un estudiante por el pánico escénico del anarquista): la política peruana se divide entre “los gobiernistas, los conspiradores y los indiferentes (por egoísmo, imbecilidad o desengaño)”. 

Era 28 de julio de 1888 frente al presidente Cáceres, que dijo no saber si arrestarlo o abrazarlo. Estremeciendo a todos, mandó pronunciar: “No fuimos contra el enemigo un coloso de bronce, sino una agrupación de limaduras de plomo; no una patria unida y fuerte, sino una serie de individuos atraídos por el interés particular y repelidos entre sí por el espíritu de bandería”. 

Política tan de bandería como la de hoy, en que la izquierda puede aliarse con un extremista nacionalista por votos y el extremista usarla para neutralizar su caudal mientras urde como bajarse a su competidora, Verónika Mendoza; todo allá lejos, en el incomprendido sur andino. Política tan “demócrata” que arriesga un proyecto de ley para trabarle el paso a peligrosos aspirantes, mientras se los abre al suyo. Por su bandería antes que por la bandera. Es quizás una teoría o un hartazgo, porque no hay peor malsonante “puterío” en nuestra historia que la mezcolanza de lo propio con lo público. 

El genuino espíritu democrático liberal es principista, crítico, y asume la historia degradada como lo rancio. Desprecia tanto al consignatario civilista del XIX como al velasquismo de ruina y despilfarro del siglo XX. No hay patriotismo más genuino que el que busca devolverles el Estado a sus ciudadanos, quitándole lo que este tiene de sobrecarga y mejorando lo que tenga de servicio: salud, educación, seguridad. 

Lo nuevo es la libertad para todos y bien lejos de las criollas mañas políticas. Lo nuevo es el capitalismo de los pobres y la política honrada. Los viejos son ellos porque ya estuvieron: el caudillo tirano, el velasquismo empobrecedor con su pesada herencia, el progresismo con agenda y el desastre del socialismo bruto que nos tocó por Bicentenario. 

Vejez y juventud no era para González Prada una diferencia de edad, sino una divergencia entre la renovación y la repetición. Basadre se refería a los podridos, los incendiados y los congelados; ellos son los viejos. Los podridos ponen al Perú detrás de sus intereses; los congelados no quieren todo igual, pero “nunca se meten”; y los incendiados quieren hacer del Perú un infierno de fuego y sangre. 

Llegó la hora de lograr un país en el que todos realicen sus sueños en libertad y por libertad; una hora en que, por fin, “vengan los árboles nuevos a dar sus flores y frutas nuevas”.

Raúl Mendoza Cánepa
17 de junio del 2024

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