Luis Hernández Patiño

Los comunistas y la propaganda

Gracias a la propaganda son considerados “políticamente correctos”

Los comunistas y la propaganda
Luis Hernández Patiño
19 de febrero del 2019

 

Hasta hoy se condena el maltrato de los nazis contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.  Y sí, sin la menor duda, ¡aquello fue algo abominable! En efecto, tengo amigos judíos a los que quiero mucho y sé de los padecimientos de sus paisanos, así que yo también condeno lo que entonces ocurrió.

Sin embargo, resulta que muchos de los que condenan a los nazis por lo que entonces hicieron, hoy se mantienen distantes, un tanto callados, indiferentes, o incluso salen a favor de lo que los miserables comunistas vienen haciendo con nuestros pueblos.  Eso es lo que está pasando en el caso de Venezuela. ¿Cómo puede ser que hoy se tome como algo normal, natural y, según algunos, hasta defendible el hecho de que un régimen canalla impida el acceso a la ayuda que todo un pueblo está pidiendo a gritos?

Ello es algo que merece ser analizado.  ¿A qué se debe la complacencia con los comunistas?  Para mí, en buena parte, tiene mucha relación con el uso de la herramienta conocida como propaganda.  Por ejemplo, hasta hoy basta con acusar a alguien de facho para descalificarlo por no estar en la vía de lo políticamente correcto.  Sin embargo, no ocurre lo mismo con alguien que es señalado como comunista.

¿Por qué?  Porque gracias a la propaganda, los comunistas han logrado colocarse en el mercado emocional como personas cultas, letradas, con talentos artísticos, con capacidad de cuestionar la injusticia, la desigualdad y la falta de libertad.  Han logrado ser considerados como los seres que sí se conduelen ante el padecimiento de los pobres, y como los que trabajan por una nueva sociedad. Inclusive hay quienes han llegado a pedirles perdón. Dicho sea de paso, yo me pregunto si desde el enfoque ideológico “social cristiano” los pobres, las víctimas del terrorismo, las viudas y los huérfanos también deberían ir a pedir perdón a los comunistas, ante algún monumentito de por ahí.

¿La propaganda cuesta?  ¡Obviamente! ¡Y vaya que sí cuesta!  Pero los comunistas tienen acceso a ella.  ¿Cómo así? Para eso cuentan con la plusvalía que han acumulado y siguen acumulando, mediante los regímenes de explotación de irónico corte capitalista que ellos se encargaron de establecer en los países que fueron tomando por asalto. Y para ello utilizan dos vías: a mano armada o mediante engañosas campañas democráticas, financieramente solventadas con propinas provenientes de algunos compadres y acompañadas de un profundo lavado de cerebro. Esto ha facilitado la puesta en el mercado del producto ideológico promocionado bajo la marca de “Socialismo del siglo XXI”.

Lo lamentable, frente a todo esto, es que los pueblos víctimas de la explotación de los comunistas no cuentan con los recursos suficientes como para hacer uso de la propaganda en la magnitud que haría falta, para dar a conocer el nivel de su tragedia.  Es por esa falta de dinero que, por dar un ejemplo, la gente no ve una película en la que se narre lo que realmente pasa bajo el manto de oprobio con el que se pretende tapar las fechorías de los comunistas. Considerando la magnitud de los hechos, habría materia prima para rodar más de un “Holocausto” en torno a la tragedia histórica de los cubanos y de los venezolanos de a pie. Pero no hay dinero para ello.

Lo que se pone sobre el tapete es, pues, la necesidad de tomar conciencia del significado y la influencia que la propaganda como tal puede ejercer en nosotros.  Más aún, deberíamos hacer un esfuerzo para guardar distancia frente a la propaganda. No puede ser que unos cuantos, como en el caso de los comunistas, se aboquen a manipularnos para lograr que aceptemos lo inaceptable, para que apoyemos lo inapoyable, para que tomemos lo real como falso y la mentira como si fuese verdad. Mientras ellos la pasan de lo lindo.

Para esos comunistas no hay muro que se caiga, ni era que termine, ni cortina que no puedan traspasar.  En nuestro país nos han demostrado que ya ni requieren participar en las elecciones, pues han sido capaces de encaramarse en los poderes del Estado.  ¿Y cómo lo han hecho? Mediante todo un trabajo político, respaldado con mucho trabajo de propaganda. ¡La relación entre los comunistas y la propaganda se tiene que terminar!

 

Luis Hernández Patiño
19 de febrero del 2019

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