Eduardo Zapata

Libertades individuales en cuestión

¿Renunciaría usted a derechos y libertades en aras de la salud?

Libertades individuales en cuestión
Eduardo Zapata
13 de mayo del 2020


Todos recordarán al huracán Katrina. Aquel que azotó el Atlántico en el 2005 y que fue considerado como uno de los cinco huracanes más mortíferos que ha afrontado Estados Unidos. De hecho New Orleans, probablemente una de las ciudades más simpáticas de América, se convirtió en el símbolo de aquella destrucción.

Formalmente se contabilizaron 1,833 muertos, pero sobre ello hubo discusiones pues mucha gente desapareció en aquellas circunstancias. Eso generó una polémica sobre si debían considerarse como muertos o no, pues sus cadáveres no aparecieron. Ante los reclamos de los deudos y las lógicas dilaciones de las compañías de seguros, estas propusieron implantar un chip en cada asegurado. Si el implante dejaba de emitir señales podía considerarse como muerto al desaparecido.

Las discusiones giraron en torno a que el susodicho chip violaba las libertades individuales. Más que obvio que –al menos formalmente– los deudos adherían a esa tesis, pero en el fondo deseaban la efectivización del seguro.

En apenas 15 años los implantes han dejado de ser un artificio para casi convertirse en un componente ´natural´ del ser humano. Pues ellos no solo posibilitan la geolocalización del portador y sus datos de identificación, sino porque se han constituido en un componente vital para la salud y, en general, para políticas de aprehensión de ella.

Dichos implantes no solo han permitido devolver la visión a quienes la habían perdido y mejorar la memoria de aquellos a quienes algunos recuerdos se les evanescían. Se han vuelto también indispensables para que quienes sufren de alguna dolencia puedan ser monitoreados desde un centro médico al cual se encuentren conectados. Más aún, los más sofisticados están en condiciones de proporcionarles insulina a los diabéticos apenas les baja el nivel de lo requerido; como también estarán en condiciones de adelgazar nuestra sangre ante la amenaza de una trombosis.

Es evidente, entonces, la importancia de los implantes para políticas de prevención de dolencias. Y para evitar la congestión de los centros hospitalarios.

Pero he aquí que en abril del 2010, un grupo de investigación cibernética de la Universidad de Reading (del Reino Unido) advirtió que los virus de las computadoras –de manera inalámbrica–- podían trasladarse a los implantes. Con las consecuencias de salud a ello inherentes y reabriendo, así, no solo los riesgos de los implantes en el tema sanitario, sino en aquel de libertades y privacidades que podían ser monitoreadas y sujetas a control.

Saltándonos el tema de los beneficios sanitarios volvemos a aquel de las libertades ¿Optaría usted (o sus deudos, como en el caso del huracán Katrina) a abdicar de derechos y libertades en aras de la salud o de un beneficio económico?

Eduardo Zapata
13 de mayo del 2020

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