Raúl Mendoza Cánepa

Liberalismo peruano

En el Perú no hay un gobierno ni un proyecto liberal

Liberalismo peruano
Raúl Mendoza Cánepa
10 de septiembre del 2018

 

En el Perú la escena política parece estar signada por dos actores: los fujimoristas y los antifujimoristas, sin espacio para aquellos que se resisten a ser encajonados en bandos o en emociones. El problema es que la política de facciones suelen hacer de la política un ring y no una mesa de diálogo. Si no vas por alguno, la gravedad te llevará; porque en el Perú si no eres “x”, entonces eres todo lo contrario.

El fujimorismo está tan personalizado que se puede ser de derecha y fujimorista, que es lo común; pero también se puede ser de centro y fujimorista. El antifujimorismo tampoco propone, es confrontación pura. Tal es la emoción que entraña la política peruana que se debe odiar el “todo” como un paquete o considerarse del bando contrario. Rechazar el referéndum, por ejemplo, no admite razones de fondo: “eres naranja”. Apoyarlo sin argumentos te convierte en “anti”.

Para ser claros, no existen identidades ideológicas en el Perú, sino posiciones dicotómicas que se reducen a solo una disyuntiva: autoritarismo o “no autoritarismo”. Ese parece ser por ahora el juego de la política moderna; que no tiene nada de moderna, si no tiene deliberación de contenidos.

En realidad, el fujimorismo no es tan de derecha como se cree, esta es solo una ubicación por default. Tampoco los gobiernos precedentes, desde Toledo a PPK-Vizcarra, consolidaron una manera de pensar ni fueron propiamente gobiernos liberales, sino tecnocracias mercantilistas. La corrupción (que, por cierto, no solo es patrimonio judicial) nos advierte que el intervencionismo ha sido el sello de agua de todas las administraciones.

En un régimen liberal rige el Estado neutral, el lobby es restringido, no se crean o modifican reglas en favor de terceros y la tendencia es a la reducción de las entidades públicas y de su burocracia. Los liberales no crean nuevos ministerios, ni transan para pasar por encima de normas de neutralidad frente a los privados. Tampoco potencian elefantes blancos ni incrementan año a año el presupuesto, para cubrirlo luego con más cargas tributarias; no desincentivan la inversión, y abren el mercado a los privados y no el Estado a las clientelas políticas.

Se cree que una ley “antitáper”, una sanción al clientelismo electoral, acabará con la compra del activismo o la inducción de votos, olvidándonos que una forma de saltar la garrocha de la ley es ofrecer puestos públicos a los que colaboraron en nuestra campaña. ¿Cuántos asesores o asistentes en el Congreso o en entidades del Ejecutivo fueron activistas en campaña y lo son aún? Los técnicos, se decía bien, se alquilan; hoy se premian.

No veo un gobierno ni un proyecto liberal en el Perú porque no hay un partido liberal (Vargas Llosa tiró por la borda a Libertad, zurrándose en su herencia política y en los jóvenes). La política criolla, a falta de ideas, no se define por doctrinas, sino por liderazgos. Y estos esconden las ideas. ¿Qué es Peruanos por el Kambio, sino un Frankenstein que reúne diversas piezas? ¿Qué es la izquierda, sino una reedición tímida del chavismo o del humalismo anodino o del “antifujimorismo” militante? ¿Qué es ser “caviar” (odio el término)? Pues nada, porque no hay un summum de ideas detrás, salvo algunas posiciones progresistas en las que la ideología se reduce a estar a favor del aborto o de la unión entre personas del mismo sexo. En realidad, posiciones tan fragmentarias solo sirven para lucir convicciones individuales, tal vez lobbies, nunca ideologías.

Lo único que no se ha ensayado hasta ahora es el liberalismo (en la vertiente que guste, desde Friedman a Hayek) porque nos sobra el patrimonialismo, el mercantilismo, el lobbismo, el clientelismo, el estatismo y el sultanismo en las entrañas del poder burocrático y de las instituciones, entre otras perlas. Así que cuando me hable de política no me pregunte si soy “anti” o si soy “pro” con relación a alguien, no subestime mi inteligencia. Por lo general tengo el vicio de los que se alinean por las ideas, no por las personas.

 

Raúl Mendoza Cánepa
10 de septiembre del 2018

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