Les falta corazón para gobernar

Policías y soldados mueren sin recibir ningún reconocimiento del Estado

“El gobierno los ha matado y el presidente es el culpable de la muerte de estos dos muchachos”, me dijo desconsoladamente mi amigo Gerardo Apaza en el Cusco, el padre del policía acribillado por narcotraficantes en Huanta (Ayacucho). Su hijo John Apaza fue asesinado junto a su compañero John Bernales Mendoza mientras defendían al Perú. “Mi hijo toda su vida sirvió a la patria. Fue  disciplinado soldado en el cuartel Mariscal Gamarra de Cusco, luego policía ejemplar. Estuvo toda su carrera en el VRAEM y nunca lo quisieron cambiar”, dice este padre llorando.

No tengo palabras. Pero siento que mi amigo Gerardo Apaza  tiene razón. Efectivamente, el gobierno es culpable de la muerte de esos y otros policías porque no tiene  estrategia política ni militar para enfrentar a las bandas armadas en el VRAEM, un territorio dominado desde hace años por el narcotráfico y el crimen organizado. Además, lo que resulta increíble después de esta tragedia, es que el ni presidente Kuczynski ni tampoco el ministro Basombrío hayan acudido hasta la casa de esos dos miembros del Estado muertos en servicio, a dar el pésame a sus familias. Con ese mismo comportamiento mezquino tampoco se les ocurrió, al presidente y al ministro, enviar un arreglo floral como símbolo de solidaridad del Estado. Sucede que le falta corazón a quienes nos gobiernan.

Mientras se velaban los restos de John Apaza Maita, en la comisaria de tránsito de la PNP en Huanchac (Cusco), el presidente Kuczynski —ese mismo día, en una entrevista— exigió el debido proceso para la empresa Graña y Montero, sus socios en su ONG Agua Limpia, delatados por Odebrecht de participar en los sobornos a funcionarios públicos y obtener en forma fraudulenta la concesión de obras estatales. ¿Por qué Kuczynski defiende a los poderosos y se muestra indolente con los humildes que, como la familia Apaza, sirven a la patria? La historia nos demuestra que un gobernante con esas características se expone a graves consecuencias.

La indiferencia, la indolencia y el maltrato  a la Policía Nacional por parte del ministro Basombrío colocan a este en la más difícil situación para conducirse eficientemente en su cargo. Sabemos que miles de policías desean silenciosamente que se le censure en el Congreso. La policía y  la población quieren un ministro cercano a las necesidades populares y no un señorito rimaqsapa (fanfarrón), como lo percibe gran parte del país.

Los congresistas de todas las facciones saben que un gobierno débil y con un presidente irresoluto, que reina pero no gobierna, no tiene futuro. La gente siente que este régimen no ve ni escucha la protesta de millones de peruanos que cotidianamente sufren la violencia del crimen organizado, del narcotráfico, de los pésimos servicios públicos y de la corrupción política.

El viernes pasado murieron ahogados en la playa de Marbella  cuatro jóvenes soldados, por negligencia de algunos oficiales del ejército. Inmediatamente PPK anunció una investigación y el ministro Nieto dijo, por su lado, que llegará hasta las últimas consecuencias para sancionar a los culpables. Busca con esa declaración liberarse de su responsabilidad política. Nieto debería dar un paso al costado, pues no tiene justificación seguir siendo un ministro de defensa devaluado ¿Acaso su vida vale más que la de los soldados?

La muerte de estos dos policías, la de los cuatro soldados y la de miles de peruanos advierten a la clase política lo lejos que está de la mente y del corazón popular. Ojalá despierten y vean la dura realidad de la inmensa mayoría. Antes de que sea demasiado tarde.

Tino Santander Joo