Ursula Chamochumbi

Las posverdades del progresismo

Para deshumanizarnos hacernos más manipulables

Las posverdades del progresismo
Ursula Chamochumbi
25 de septiembre del 2019


El mundo está dividido, qué duda cabe, y esta división merece varias columnas para exponerla y explicarla. Pero esta vez vamos a concentrarnos en el grupo que más llama la atención, por ser el más mediático, el que más reclama, el más publicitado (por ende, el que últimamente consigue más adhesiones), el que cuenta con millones de dólares en financiamientos y, sobre todo, el más agresivo. Me refiero a los mal llamados “progresistas”. Aunque siempre me he negado a llamarlos así, pues el concepto exacto de esta ideología nada tiene que ver con lo que hacen sus actuales adeptos, usaré el término para las referencias de este artículo.

¿Cómo reconocemos a un “progre”? Fácil, tiene cinco o más de estas características: es hembrista o aliado, pertenece a la comunidad LGTBI+, es vegano(a), es ecologista o ambientalista, es proaborto, está a favor de desproteger a niños y jóvenes (a través de programas disfrazados de educación sexual y respeto a la diversidad, que lo que hacen en realidad es incentivar el hedonismo y el descarte de ellos mismos y de los demás, además de buscar atrofiar su identidad),defiende enfermizamente a los animales (incluso en desmedro de los seres humanos), apoya la destrucción de la familia natural, calla ante el Islam (porque tienen derecho a vivir su religión como quieran) pero ataca al cristianismo, y aboga por los delincuentes e incluso por los terroristas, es anticapitalista. Y sobre todo, su discurso está lleno de posverdades, que al lanzarse al universo de las redes sociales o de los medios, muchos apoyan por moda o por desconocimiento.

La mayoría son esencialmente activistas. Y aunque muchos quieran negarlo, sus motivaciones son ideológicas, aunque ni ellos mismos lo sepan. Pero si hay algo que caracteriza a casi todos es la violencia con la que exponen sus “argumentos”; no solo verbalmente, también a través de la manipulación y hasta, como lo hemos visto en incontables ocasiones, de las agresiones físicas. Estas personas claman por las libertades individuales y los derechos humanos; sin embargo, atacan de diferentes formas a quienes deciden no creer lo mismo que ellos. Tachan de retrógradas e ignorantes a quienes piensan distinto, a quienes viven distinto, a quienes tratan de proteger sus verdaderos derechos contra la arremetida de ese grupo de poder. Porque son un grupo inmenso de poder.

Pretenden que se les invente derechos, como casarse, tener hijos u obligar al resto del mundo a verlos y tratarlos como ellos quieren ser vistos o tratados; pero para los demás pretenden recortarlos, pues no deben comer carne, volar en avión, acumular riquezas o tener muchas propiedades, tener hijos (o en todo caso, tener menos hijos), deben acomodar la vida de modo que sea totalmente “sustentable”, etc. Y si no cumples con lo que ordenan, estás participando activamente con la destrucción del planeta, y lo vas a lamentar.

Todas esas “iniciativas”, que parecen tan altruistas, en realidad tienen oscuros intereses detrás, como la venta de órganos y tejidos de seres humanos que fueron abortados, o generar histeria y culpa sobre el cambio climático, para que las grandes empresas de energías renovables obtengan más ganancias, ayudados por Greta Thunberg. Pero en medio de todo eso, no podemos perder de vista otro de los objetivos primordiales, que es el de deshumanizar al hombre, volverlo no solo un autómata, sino un ser incapaz de sentir amor, compasión o respeto por sus semejantes. Un ser así es mucho más fácil de manipular, ¿cierto?

Así que abramos los ojos. No todo lo que brilla es oro, especialmente si se trata de las acciones de los grandes grupos de poder. Jamás serán en bien de la humanidad.

Ursula Chamochumbi
25 de septiembre del 2019

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