Carlos Adrianzén

Las lecciones del 2023

Han caído simultáneamente el consumo y la inversión privada

Las lecciones del 2023
Carlos Adrianzén
20 de diciembre del 2023


Usualmente es útil mirar hacia atrás. Por un instante. Y luego de ello, extrayendo las lecciones de que no va a volver a pasar, proseguir avanzando hacia donde quisiéramos ir. En materia económica esta es una reflexión importante. De hecho, global e históricamente las naciones pueden dividirse entre más pobres y más ricas, justamente por que algunas ponderan sus errores y retrocesos (las más ricas) mientras que otras se gobiernan basados en sus sentimientos y creencias (las más pobres).

Cada año en el que hemos sobrevivido es un periodo único. Especial. Nos enseña, nos deja lecciones positivas y negativas. Pero, por encima de esto, nos puede mostrar si gobernarnos por sentimientos de envidia y/o frustración es algo tóxico. Lo mismo que sí, creyendo que somos ricos o especiales, revisando nuestro pasado descubrimos que no lo somos, que la burocracia que cargamos es inepta y corrupta mientras que pecamos de tolerar abusos o incumplir la ley, continuamente. Bajo esta perspectiva las lecciones que nos deja lo que nos pasó económicamente el 2023 –incluyendo sus antecedentes mediatos– valen su peso en oro.

En primer lugar, es importante descubrir que el año 2023 fue un año de abierto declive económico (ver Figura 1). Los peruanos nos alejamos de los estándares de vida de naciones desarrolladas. Que: (1) nuestra economía se ha alejado en términos reales de su tendencia lineal respecto al periodo 2013-2019, cuanto que (2) una tendencia de ajuste polinómico –ceteris paribus– nos dibuja una mayor contracción en el futuro próximo.

Ceteris paribus –vale la pena destacar– implica planos de términos de intercambio favorables, de una economía global estancada y del conjunto de políticas económicas (con sello caviar y filo senderista) que caracterizaron el manejo nacional desde Humala hasta la dupla Castillo-Boluarte.

Hoy no solo no queremos ver ni que estamos en flagrante declive (previsible estrategia negacionista del marketing político de la izquierda local); ni que este cuadro no es resultado de una gestión ortodoxa o neoliberal (como sostienen al unísono cierta prensa, la intelectualidad limeña y provinciana y el prófugo por corrupción Vladimir Cerrón, icono del régimen en el poder y diligente servidor de la dictadura cubana).

Es muy importante tener esto en cuenta por que el descubrir que estamos cayendo en un hoyo, y por qué lo estamos haciendo, debe implicar drásticos cambios en el manejo de la República. Golpes de timón en (I) el manejo fiscal, monetario y regulatorio y (2) una reforma institucional que desmantele prácticas socialistas, mercantilistas y neo marxistas. 

Torpezas introducidas discretamente desde las presidencias de Humala-Heredia hasta Castillo-Boluarte.

La segunda lección que nos deja el 2023 implica la consolidación de una economía mucho más accidentada. Política y económicamente. Hemos transitado a la evidente condición de un país estancado, sin dinamismo; el cual puede graficarse en la antítesis del iluso programa de reactivación de la demanda que intenta aplicar el MEF. Un país sin Punche. También sin ilusión y con pobreza al alza (ver Figura 2).

Y es que la depresión sostenida y simultánea de la inversión y del consumo implica un cuadro terrible. Un futuro económico con cierta certidumbre de menos crecimiento y mayor pobreza. Un futuro mediato explicado no solamente por errores de política económica menuda, sino por la profundización de indicadores de gobernanza estatal a todo nivel. Mayores corrupción burocrática, participación ciudadana selectiva, tolerancia a la violencia ideológica e Incumplimiento de la ley e inefectividad gubernamental.

Un cuadro que nos explica por qué nuestra economía perdió su punche con estos gobiernos de izquierda,

Como la tercera y última lección extraíble de este penoso año, y frente a esta economía con evidentes signos de raquitismo económico o tránsito hacia mayor subdesarrollo (ver Figura Tres) los gobiernos de izquierda –cada uno con diferentes grados de caviarismo o filosenderismo– apuestan por la receta errada. Por gastar más ellos. Algunos creen –dogmáticamente– que con un mayor gasto público la economía se reactiva instantáneamente. 

Una creencia que carece de mayor validez en un ambiente donde la burocracia local es consistentemente corrupta e ineficaz. De hecho, con una mayor escala de Gasto Estatal a cuestas, la nación se deprime y se atrasa globalmente. 

Ergo, profundiza su subdesarrollo económico.

Sobre estas tres lecciones, el año que está cerrando nos recuerda que podemos engañarnos todo lo que queramos. Que podemos describir, con menor o mayor detalle, lo que pasó en el muy corto plazo con los precios, las ofertas sectoriales, el tipo de cambio, los intereses, los salarios, la deuda pública, o las cuentas fiscales o externas. Y no ver nada.

El declive puede ser revertido efectivamente, desmontando la receta a la que tanto se aferran doña Dina y la caviarada local. Y con radicales reformas de mercado: macroeconómicas e Institucionales.

Carlos Adrianzén
20 de diciembre del 2023

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