Raúl Mendoza Cánepa
Las cuatro claves
Para el desarrollo económico y social
Estudiada la experiencia de por qué unos países fracasan y otros tienen éxito, el elemento común es la mesa y sus cuatro patas: “libertad económica, estabilidad política, seguridad jurídica y educación funcional”. Ocurre que el mercado, de por sí, es social porque crea trabajo y reduce la pobreza monetaria.
Lo social es, en todo caso, eliminar los pesos, coerciones y barreras que afectan la inversión privada porque por cada empresa naciente hay decenas y cientos de puestos de trabajo y por cada trabajador una demanda con el correlativo consumo que generará oferta e inversión. Crecen las empresas y a tasas bajas, se recauda más para construir hospitales, escuelas e infraestructura productiva.
Ya nos hemos referido a la curva de Laffer y gusto de explicarla a partir del ejemplo de Islandia, donde la tasa impositiva cayó del 45% al 18% en la última década del siglo XX y la recaudación se incrementó. ¿Paradoja? No, mercado. La economía debe crecer por eliminación de cargas. Un empresario peruano promedio acumula demasiadas deudas: multas, fiscalizaciones, impuestos y todo lo que el Estado parasitario pueda imponer para crear entidades especiales que viven para coaccionar a nuestras empresas.
La segunda clave es la estabilidad política. Mucho ruido político, corrupción, exceso de partidos, radicales y caos hacen del Perú un país inviable. El error es creer que las cuerdas separadas pueden sostenerse, economía y política. Lo que sostiene al Perú es Julio Velarde y el régimen económico de la Constitución. En Singapur, por decir, la vieron fácil, partido único; pero un liberal no puede aceptar tal totalitarismo. Vayamos entonces por el bipartidismo, que asegura cierto orden político en democracia y alternancia. Es posible que, con una gran reforma electoral, una mayoritaria y binominal con muchas circunscripciones y altos números de firmas para constituir partidos puedan propender al bipartidismo (Duverger y Sartori lo explican). Desde luego, es admisible la democracia militante, como en Alemania. Para Loewenstein lo mejor es asegurar la democracia del mañana, prohibiendo partidos extremistas y antidemocráticos.
La tercera clave es la seguridad jurídica, que solo dio un paso: el del régimen económico constitucional. Faltan dos pasos: reforma y racionalización del Estado y eliminación de pesos y cargas absurdas. La seguridad jurídica involucra la dureza extrema contra el crimen bajo nuestra propia soberanía y determinación, y un sistema judicial reformulado para ser justo, eficiente y objetivo. Singapur no fue tibio. En este mundo alterno del peruano feliz, el crimen y corrupción deben terminar en heladas prisiones al menor costo o “costo cero” para el ciudadano. Allí donde no llegue ni Starlink. El viejo juego de “Policía, dispárale al meñique si el criminal te apunta” tampoco sirve. La autoridad es como la democracia, una asignación ciudadana.
La cuarta clave es una educación que promueva la lealtad al Perú y el respeto al otro, pero esencialmente técnicas especializadas que te hagan útil ni bien concluyas la escuela para que te puedan emplear y el mundo te sea rentable y te tenga ocupado, ¿para qué esperar siete años?
Esos son los fundamentos del desarrollo, gusten o no.
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