La revolución pendiente

Uno de los aspectos en los que aún como país no hemos desarrollado totalmente es la posibilidad de explorar espacios de formación educativa en los que la virtualidad o educación virtual tenga un rol preponderante. No solo por restricciones legislativas, normativas o de práctica, sino también por restricciones de aproximación a lo nuevo y a la innovación. Pero ¿cuáles son las ventajas que trae explorar espacios de innovación y mejoramiento educativo al adoptar prácticas de educación virtual? Acá les dejo algunas de esas ventajas:

• Empoderamiento del rol del estudiante respecto de su propio aprendizaje. Los CV mueven el eje de la experiencia universitaria hacia los aprendizajes.
• Innovación en acción. El mundo del trabajo requiere profesionales con capacidad de innovación permanente. Los cursos virtuales ofrecen un espacio concreto de generación de formas alternativas de adquisición y generación de conocimiento para el estudiante. Así se está desarrollando esa capacidad tan valorada en el mercado laboral.
• Generación de nuevos espacios para construir conocimiento. Los cursos virtuales ofrecen espacios concretos en los que el uso de la tecnología impulsa a los estudiantes a generar nuevos conocimiento, y no solo a ser meros receptores de la enseñanza.
• Desarrollo de competencias digitales en el cuerpo docente. Una universidad se verá profundamente enriquecida en la medida en que promueva el desarrollo, al interior de su cuerpo docente, de aquellas capacidades digitales que le van a dar prestigio a la universidad y también a los mismos profesores.
• Capacidad de planificación y sentido de la responsabilidad. Los cursos virtuales educan al estudiante a desarrollar el sentido y las técnicas de planificación, basando su cumplimiento en la enorme responsabilidad que genera tener una buena performance en un entorno virtual.

Uno de los espacios más interesantes que desarrolla la virtualidad en educación tiene que ver con las habilidades y competencias que terminan siendo desarrolladas en el aprendiz o alumno, y que forma parte de estas experiencias educativas. Solo quisiera mencionar cuatro de un sinfín de posibilidades de desarrollo:

• Responsabilidad y autonomía para desarrollar aprendizajes. Que el alumno se convierta en dueño de su aprendizaje, aprenda a regular sus tiempos, a funcionar con autonomía y responsabilidad sobre su propio proceso de aprendizaje. Son las primera competencias que gana un estudiante.
• Compromiso concreto con su propia formación. Conocer los procesos y formas más eficientes de comprometerse con su formación, de hacerse dueño de su destino profesional a través de su compromiso para aprender es la segunda competencia que se desarrolla.
• Sentar las bases en la capacidad de aprender para toda la vida. Sobre la base de las dos anteriores se desarrolla la tercera competencia generada por un aprendizaje virtual: aprender para toda la vida. Anteriormente se creía que con terminar el bachillerato y una maestría era suficiente para poder desempeñarse y desarrollarse profesionalmente. Hoy en día el aprendizaje continuo y para toda la vida son condiciones indiscutibles para ser un profesional competitivo. El ámbito virtual permite el desarrollo de esta capacidad mucho más que el de las clases presenciales.
• Desarrollo estructurado de la capacidad digital y de manejo tecnológico en los estudiantes, orientados a la adquisición de aprendizajes. Finalmente generar conocimiento, adquirirlo, transformarlo y aprender finalmente en un entorno virtual o tecnológico es un competencia adicional: la de manejar y comprende la tecnología.

Toca entonces reflexionar como sociedad, y de cara a su sistema educativo, sobre la construcción de espacios en los que la educación virtual inicie el proceso de sentar bases, de explayarse y que comience a formar parte del servicio educativo en distintos ámbitos de nuestro país. No permitirlo sería un error descomunal.