Paul Neira
Algunas notas a propósito de la huelga magisterial
Apenas un 5% del magisterio nacional acató el paro
Cada vez que se piensa en la profesión docente —en la mirada del día a día—, siempre se dice frases como “para eso se debe tener vocación” o “es una labor muy sacrificada”. Pero también han pasado a la historia frases como “son unos vagos comechados”, esta última dicha por un ex presidente peruano. Por ello la pregunta sigue dando vueltas: ¿quién es el maestro peruano? Veamos uno de los aspectos que también aparece en nuestra mente cuando pensamos en el magisterio: la huelga.
Acorde con sus intentos, casi rayando en sueños, el profesor Castillo afirmó orondo que el porcentaje de aceptación de la reciente huelga en sus primeros días fue de 75%; mientras que el ministro salía con data “dura”, afirmando que la adhesión a la huelga llegaba con las justas a 5%. Quizás una de las razones detrás de esta magra adhesión tenga que ver con que la llamada plataforma de lucha propuesta por el profesor de Cajamarca sea absolutamente irracional.
Quisiera centrarme en dos de esas razones. La primera es que ellos van a seguir de huelga a menos que se asegure que la inversión en educación llegue a un 6% del PBI. Se ha probado hasta el cansancio que la mejor forma de medir la importancia que se le da a un sector es el porcentaje que tiene ese sector respecto del presupuesto total de la República. En ese punto, respecto del 2017 hemos descendido un poco.
La segunda es que a los profesores peruanos se les pague un sueldo equivalente a una UIT (actualmente en S/ 4,150). Para poder cumplir este pedido, más allá del estrés financiero que generaría, se debería usar el equivalente del presupuesto total de diez ministerios; sí, diez ministerios, entre ellos Salud, Justicia y el Midis. Y el bonus track de los pedidos: el profesor Castillo pide que inmediatamente se cierre la brecha de infraestructura educativa, que alcanza la friolera suma de S/ 100,000 millones.
Ante estos reclamos cabe, entonces, hacerse honestamente la pregunta si los pedidos de la plataforma de lucha de la huelga responden a otros intereses completamente desconectados de lo que el maestro realmente quiere. Por ello, quizás, es que no hay tanta adhesión del magisterio peruano a esta poco lógica e irracional propuesta, que busca sostener una cuestionada huelga magisterial.
Ojo, esto no significa que el sector educación en el Perú sea el Jardín del Edén. Hay mucho, muchísimo por mejorar. Y eso implicará que todos los peruanos pongamos el hombro para que la educación salga adelante.
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