Tino Santander

La revolución democrática

La revolución democrática
Tino Santander
05 de agosto del 2014

Sobre el Estado de Derecho y la seguridad jurídica en el Perú

Los pueblos cazadores y recolectores eran fundamentalmente igualitarios. Con el nacimiento de las tribus, surgen los jefes, los consejos de ancianos, que son el origen remoto del parlamento contemporáneo. Sin embargo, fueron los griegos los creadores de las primeras asambleas legislativas elegidas. En la edad media se le llamó parlamento (deriva del francés parlement) a la reunión de nobles, ciudadanos y miembros del clero convocados por el Rey.

El núcleo funcional del parlamento medieval y moderno es el de representación, control, y elaboración de normas. La creación de normas en los parlamentos medievales era una obra conservadora basada en la consolidación del derecho consuetudinario y en defensa de privilegios. La descentralización de la autoridad, que es la base de la feudalidad, frente al poder regio “no taxation without representantion”.

El desarrollo constitucional peruano es una imitación del constitucionalismo francés, es decir, la legislación tiene un origen político, el Ejecutivo y el parlamento son los creadores de la ley. El parlamento, además, tiene la atribución de interpretarla, convirtiéndose sin atenuantes en una tiranía despótica, sin ningún contrafuero jurídico que controle o limite las pasiones y subjetividades de la política.

Como la ley se origina en la ideología política, los ciudadanos están pendientes del Congreso y de los políticos, viven angustiados por la posibilidad del recorte de sus derechos individuales y económicos. Entonces, surge una procesión de trabajadores, comerciantes, médicos, empresarios, regiones, gremios empresariales, etc. que van colectivamente al “Congreso” para conseguir su “Ley” que los ampare de la burocracia estatal, de la inseguridad jurídica y del populismo redentor de algún parlamentario. Cada elección es una preocupación por el congreso elegido. Inquietos por la ideología que profesan los nuevos “padres de la patria”, ven con temor y repudio al Congreso nacional.

El Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Consejo de la Magistratura, etc. son órganos del Estado. No son poderes, no tienen soberanía, depende de las leyes del parlamento y, en muchos casos, son elegidos políticamente por el legislativo (en vulgares y vergonzosas repartijas). El congreso es una fuerza omnipotente que nadie controla. El artículo 102 de la Constitución le otorga al parlamento la atribución de interpretar la ley, de acusar por “infracciones a la Constitución”, una vaguedad jurídica usada para eliminar políticamente a los adversarios. El artículo 100 de la Constitución subordina el “Poder Judicial” al poder político. Si el Congreso, resuelve acusar penalmente a un funcionario, el Fiscal de la Nación está obligado constitucionalmente a formular la denuncia ante la Corte Suprema y ésta, a su vez, a abrir instrucción penal; ambos regidos además a mantener los términos de la denuncia congresal. El llamado “poder Judicial” no es tal, es una mesa de partes de la voluntad de la política.

Otrosí digo: Son características del Congreso: el debate vulgar, la chatura intelectual, la demagogia populista que pretende consagrar derechos sociales al margen de la realidad económica del país. Aparecen los “luchadores sociales”, “los que defienden a los consumidores”, y claro los sicofantes de siempre, que son el espectáculo mediático en busca de reconocimiento social. Las denuncias de bancadas congresales que venden sus votos por prebendas (comisiones, viajes, puestos de trabajo, etc.) están a la orden del día, la lumpenización del parlamento es un peligro para el país.

Es necesaria una revolución política que instaure un verdadero Estado de derecho. Necesitamos un Poder Judicial que tenga bajo su soberanía la creación e interpretación de la ley a través de las sentencias judiciales. Una judicatura que equilibré los poderes. No es necesaria la monserga de politicastros y burócratas sabiondos. El Perú, lo reitero, necesita Estado de Derecho, es decir seguridad jurídica para que los peruanos podamos crear riqueza y prosperidad. Democracia es el gobierno de la ley, es eficiencia, es autoridad legitimada. Son 10 millones de peruanos sin agua ni desagüe, sin salud, sin educación, sin infraestructura productiva, marginados del crecimiento económico.

La historia, vieja consejera, nos recuerda que el 14 de julio de 1789 fue el día de la toma de la Bastilla, que acabó con la monarquía y la vida del Luis XVI, quien registró en su diario una sola palabra: Hoy día, nada (de nos jours : rien). Él estaba ocupado en la cacería y el pueblo iniciaba la revolución. No olvidemos las causas de la rabia y frustración que se expresan en el desprecio e indiferencia por la política y que son la chispa que encenderá la hoguera de la irracionalidad.

Por Tino Santander

Tino Santander
05 de agosto del 2014

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