Carlos Adrianzén

La partera

En el Perú reciente, la violencia es la partera de la pobreza

La partera
Carlos Adrianzén
04 de octubre del 2023


La burocracia mata. Y lo hace tanto por la ineptitud o la ideología de sus servidores, cuanto por las reglas que nos imponen. Desde los tiempos de Platón o Hobbes, la idea de un opresor que ordene a como dé a lugar un mundo caótico y brutal, resulta un referente político para muchos. Un buen ejemplo de esto lo da la Latinoamérica del tercer milenio. Un ambiente ávido de ser oprimido. A diario canjea sus libertades por alguna dádiva, o ilusión de esta. Consecuentemente a nadie, con alguna noción sólida de Economía, le debe sorprender el atraso, los abusos, la corrupción burocrática, la pobreza o la inestabilidad que caracteriza hoy –
en rangos variopintos– a naciones como Cuba, Bolivia, Nicaragua, México o la Argentina. 

Sí, estimado lector, las burocracias en la región –por la debilidad de sus instituciones– implican no pocas veces homicidas impunes, envueltos de un velo de románticos opresores. En estas líneas no nos referiremos a los fallecimientos registrados en la búsqueda de la defensa nacional o del orden público y la propiedad de otros. Nos referiremos en cambio a la muerte ignota de miles de compatriotas  por alguna injustificada desatención básica, por abuso político o simplemente por negligencia burocrática.

Puntualmente, enfocamos los crímenes invisibles. Tales como el fallecimiento del policía o militar abandonado en el frente; del anciano o la embarazada que fallecen al no privatizarse oportuna y cuidadosamente un botín (como Sedapal o Petroperú), generándose ausencia de combustibles, energía o saneamiento en su vivienda u hospital. En un área donde se habría asignado un presupuesto suficiente. Incluso nos referiremos a los fallecimientos asociados al cumplimiento de leyes absurdas, diseñadas irresponsablemente desde el legislativo. En todos estos casos nos referimos aquí pues a miles de crímenes estatales de amigos, parientes o desconocidos nuestros.

Merece señalarse que algunos aventureros llegan al Estado –sin mayor preparación o trayectoria (o con las peores)– para oprimir. Nunca olvidemos que detentar un puesto en el sector público de cualquier nación es una responsabilidad inmensa. Implica servir y estar acotado. Pero para hacerlo hay que tener, no solo el deseo, sino y sobre todo, la capacidad de hacerlo. Cuando abusan o actúan irresponsable o negligentemente, ni el origen político, ni su nivel (desde el presidente al vigilante de turno), los hace menos criminales. 

Esto se da en ambientes donde algunos aún repiten –o actúan tácitamente bajo la premisa de– que no existe poder sin abuso. El no institucionalizar filtros minuciosos en el acceso al servicio público de un país pobre es algo escandaloso. Ni Velasco Alvarado, Kuczynski Goddard, ni Castillo Terrones, ni los congresistas “niños” pasarían un filtro cuidadoso. No son una sorpresa.

Frente a estos antecedentes, los datos, nos aclaran qué estaría asociado con qué en los últimos años. Las estimaciones usadas no ayudan a tapar, ni a olvidar a los muertos explicables por el accionar delincuencial de miles de burócratas locales. El caso del recorte del periodo de atención de la posta de salud de Punta Bombón es dolorosamente emblemático. 

Sin embargo, seríamos más que torpes si no destacamos lo que sí maquilla los crímenes de presidentes, ministros, gobernadores y servidores ineptos, corruptos o tibios a todo nivel. Me refiero a los millones de héroes de la burocracia peruana. Militares, enfermeras, policías, médicos, porteros, secretarias, técnicos, quienes año tras año, destacan por su integridad y capacidad.

Dicho esto, revisemos las asociaciones temporales. El primer gráfico dual nos resuena dos cosas. El de la izquierda dibuja que, el cambio de rumbo político hacia la izquierdaregistrado desde el 2011–, implicó que la profundización de la corrupción burocrática se dio de la mano con un incremento de la violencia y del vncumplimiento de la ley. No resulta casual la tácita abdicación de asegurar el Orden Público. Recordemos el caso de las decenas de conflictos mineros desatendidos, por ejemplo. 

Nótese aquí además que, en la siguiente figura, el índice normalizado del Control de la Corrupción Burocrática se lee inverso.

La Figura B muestra que esta abdicación contrastaría la conexión directa entre la mortalidad y la pobreza. Nótese que esta tasa neta implica mortandad producto de causas atribuibles al gobierno y al resto de causales. En el siguiente gráfico monitoreamos este consolidado, bajo la idea de su asociación con variables como la ausencia de violencia o cumplimiento de la Ley. Sobre este punto una precisión es necesaria. La Tasa de Mortalidad Neta aquí estimada, le deduce a la tasa bruta publicada, la mortalidad oficial asociada al porcentaje de personas de 30 años que morirían antes de cumplir 70 años por cualquier enfermedad cardiovascular, cáncer, diabetes o enfermedad respiratoria crónica, suponiendo que experimentaría las tasas de mortalidad actuales en todas las edades y no moriría por ninguna otra causa de muerte (por ejemplo, lesiones o VIH/SIDA). Además, la mortandad atribuida a suicidios, accidentes de tránsito, la contaminación del aire ambiente y de los hogares, a los envenenamientos no intencionales, y también al agua contaminada, al saneamiento inseguro y a la falta de higiene. 

En el segundo subgrafo, se muestra la conexión negativa entre el incremento de la violencia y su prerrequisito político: el incumplimiento de la Ley.

Merece destacarse que si usamos la tasa promedio quinquenal del crecimiento económico por persona en dólares constantes, se mantiene la asociación negativa (ver Figura C). Los muertos en estas dos décadas, ni serían pocos, ni su desaparición económicamente inocua.

Otra conexión crítica en este plano, conecta la Violencia y la Incidencia de Pobreza (ver Figura D). Esta enfatiza que, de acuerdo a la evidencia empírica peruana, Karl Marx estaría bien enterrado. En el tiempo, la violencia es la partera de la pobreza, en el Perú reciente.

Finalmente, el último gráfico de esta secuencia delinea (Figura E), a través de la conexión entre la violencia, la corrupción burocrática y la incidencia de pobreza, la necesidad de una autocrítica a electores y acaso–electores peruanos en las últimas dos décadas. Al elegir o tolerar aventureros, la gradual quiebra de la Separación de Poderes, la incapacidad burocrática de controlar la violencia y la corrupción burocrática, no solo han inflado la mortalidad –plano de la mayor importancia–, han dañado severamente la economía nacional.

Esta burocracia con índices de corrupción altos y en continuo deterioro (con funcionarios de todo tipo y reglas por mejorar) tendría sus muertos no contabilizados, todos invisibles. Pero nótese: esto no es casualidad. Aquí que el tránsito hacia el marxismo, o el regreso al Socialismo–Mercantilista, se estructura –desde la Teoría de la Alienación– sobre la supuesta pérdida de humanidad de los trabajadores, en el mercado.

Para ellos, el incremento de la violencia, los crímenes desde el Estado y la Pobreza son solo parte del paisaje. Un paraje a recorrer en la senda hacia el comunismo extremo.

Carlos Adrianzén
04 de octubre del 2023

NOTICIAS RELACIONADAS >

Los contrabandos de la izquierda tributaria limeña

Columnas

Los contrabandos de la izquierda tributaria limeña

  Es difícil imaginarlo, pero hagamos el esfuerzo. Imag&i...

01 de mayo
La salida previsional hoy

Columnas

La salida previsional hoy

El drama previsional peruano es, sobre todo, eso: un suceso de la vida...

23 de abril
¿Una fiesta inolvidable?

Columnas

¿Una fiesta inolvidable?

Ya estamos en los previos. La fiesta se iniciaría en pocos d&ia...

17 de abril

COMENTARIOS