La montaña mágica

Tomo prestado el título de la gran novela del escritor Thomas Mann, que relata la vida en un sanatorio. El autor cuenta cómo es la vida de algunos pacientes que sufren una enfermedad terminal, y frente a esa dramática realidad se relajan moralmente creando sus propias reglas. Sin embargo el argumento principal de la obra es el tiempo. Mann reflexiona sobre cómo se concibe el tiempo subjetivamente de acuerdo a la posición en la que te ubiques.

El Perú es un como un inmenso sanatorio psiquiátrico en el que conviven diversas comunidades imaginadas, cada una con su propio lenguaje simbólico y su propio territorio, y todas ellas con una perspectiva diferente del tiempo. Mi reciente estadía en Piura me transportó a otro mundo, en el que conviven tiempos y mentalidades diferentes todas ellas, muy lejanas al Perú oficial de los políticos y empresarios que aparentemente tienen el poder y ejercen el control territorial del país. Piura está abandonada por el Gobierno central —si es que existe Gobierno—, y los piuranos viven en una ciudad caótica y llena de huecos, como si hubiese sido bombardeada por un ejército enemigo. Además la población está atemorizada por la posibilidad de un nuevo fenómeno de El Niño. La reconstrucción con cambios es una mentira más del Gobierno.

La sierra piurana (Ayabaca- Huancabamba) está al margen del gobierno regional y nacional; las carreteras son en realidad caminos de herraduras peligrosísimos. Sin salud, sin educación, sin servicios básicos y viviendo en el siglo XVI, estos “peruanos” no tienen nada que los vincule al frívolo e indolente Perú oficial. La verdad es que lentamente vamos a la división territorial del Perú. Las grandes diferencias en infraestructura hacen que la inmensa mayoría esté excluida del mercado y la globalización. Por eso surgen nuevas formas de supervivencia al margen del Estado de derecho.

Por ejemplo, en Huancabamba los mineros informales, con el apoyo de las rondas campesinas, controlan el distrito de Carmen de la Frontera; la población se dedica a la minería artesanal contaminando el río, sin embargo no existe autoridad que proteja el medio ambiente. Las rondas campesinas han declarado que defenderán su territorio como si fuese otro estado. Huancabamba, Ayabaca y cientos de pueblos no son parte del Perú oficial, muchas regiones marginadas silenciosamente han creado sus propios circuitos económicos, sociales y políticos, que son apoyados y financiados por el contrabando, el narcotráfico, el lavado de activos y otras actividades del crimen organizado. Criminales que utilizan la pobreza para hacerse más ricos.

Mientras los pueblos del Perú crean diversas estrategias de supervivencia, el todavía presidente PPK enfrenta un proceso de vacancia por haber mentido en sus incomprensibles relaciones empresariales con Odebrecht. El presidente Kuczynski es percibido lamentablemente como el símbolo de la corrupción del Perú oficial; y esa imagen arrastra a toda la clase política, que ha sido incapaz de ponerse de acuerdo para tratar de gobernar el Perú.

Por cierto, el domingo pasado se celebraron las elecciones generales en Chile y resultó electo Sebastián Piñera. Inmediatamente recibió el saludo y el ofrecimiento de cooperación del candidato derrotado, Alejandro Guillier. La presidente Bachelet llamó a Piñera para felicitarlo y acordaron tomar desayuno en casa del presidente electo. La clase política chilena, a pesar de sus diferencias, pacta acuerdos programáticos a favor de Chile. Los peruanos deberíamos tener mayor educación política para entendernos por el Perú.

Finalmente, el presidente será vacado indignamente; en cambio, los pueblos y comunidades del Perú seguirán sobreviviendo de cualquier forma. Y la inmensa mayoría de peruanos es indiferente al destino de los políticos porque está totalmente alejado de ellos.