Tino Santander
La lucha ecologista
Sobre la importancia de armonizar medio ambiente con crecimiento económico
El artículo “Notas sobre el ecologismo radical”, de Víctor Andrés Ponce, es una interpretación “sofisticada” de los marxistas contemporáneos que pretenden “detener el capitalismo destructor del planeta”. Los “ecologistas revolucionarios”, sustituyen la lucha clases para elevar la lucha a una contradicción mayor: “la lucha por la tierra y la vida contra la burguesía mundial capitalista destructora de la tierra y la humanidad”. Es una guerra santa, una guía para la acción política, una forma de ganarse la vida (a través de ONGs “ambientalistas”); es un grito existencial, un dogma incuestionable. El gran Charlie Marx, la llamaría la falsa consciencia de la pequeña burguesía ambivalente.
La ecología científica investiga las relaciones de los seres vivos con el ambiente, comprende la historia de la vida, los hábitos de animales y plantas, su descripción, sus formas de vida. El verdadero ecologista busca el equilibrio del ser humano y el medio ambiente natural en el que vivimos y del que dependemos. Cuando hablamos del medio ambiente nos debemos referir al hombre, a las condiciones de vida, a las relaciones con el ecosistema humano total. Allí radica la defensa de la vida en el planeta: el hombre y su entorno. En el Perú, tenemos una inmensa deuda con el hombre.
El reto del crecimiento económico en el Perú es inmenso. Un país con el 70% de la diversidad biológica mundial, con ecosistemas, especies, recursos genéticos variados, que coexisten con pueblos originarios y una multiplicidad cultural. Veamos algunos datos de la “Agenda Nacional de Acción Ambiental”, Diciembre del 2012, Ministerio del Ambiente: Tenemos 84 de las 117 zonas de vida en el planeta; una gran diversidad de aves (1816), 128 áreas de observación de aves más importantes del mundo; somos el quinto país en especies mamíferas (515); el quinto en reptiles (418); el cuarto en anfibios (449); el primero en peces (2000 de aguas marinas y continentales, que son el 10% mundial); el octavo en variedad de plantas con flor (25,000); primero en mariposas (3532) y el 10% de las orquídeas del mundo. Además, 61 áreas naturales protegidas que representan el 15% del territorio nacional. Estas son las ventajas comparativas del Perú, que los peruanos estamos obligados a explotar con eficiencia y responsabilidad, para superar la pobreza atávica de nuestro país.
Sin embargo, también somos variados y especialistas en la destrucción del medio ambiente. Veamos las cifras: Aproximadamente 10 millones de peruanos sin agua y desagüe, lo que atenta contra la salud e higiene (nadie defiende a los “sin agua”); alta contaminación atmosférica urbana (él pésimo estado del transporte nacional); inmensa deforestación (unas 150,000 hectáreas anuales de bosque) por migración de cultivos en la Amazonia; una casi inexistente recolección de residuos sólidos en la mayoría de los hogares, no hay plantas de tratamiento de aguas residuales en las principales ciudades.
Una evidencia para la grita ecológica y la lucha revolucionaria es la brutal contaminación del lago Titicaca en Puno. Agreguemos la agricultura de tala y quema, la minería ilegal, el narcotráfico (el cultivo de Coca degrada la tierra), etc. Estos son los verdaderos problemas ecológicos del Perú. Lo demás son fantasía.
Los peruanos, más allá del burocrático y fantasmal Ministerio del Ambiente, que parece un macetero marchito en palacio de Gobierno, debemos ser conscientes de que el desarrollo sostenible es un proceso que busca elevar la calidad de vida de los peruanos mediante el crecimiento económico en forma armónica con la protección del medio ambiente. No podemos aceptar que el Ministerio sea un adorno, que las empresas extractivas o de infraestructura sean los que elaboren los estudios de impacto ambiental (no pueden ser juez y parte) como pretende el Ministro de Energía y Minas Eleodoro Mayorga.
El medio ambiente y el crecimiento económico son una unidad que los peruanos debemos defender. Sin crecimiento económico no hay desarrollo, ni justicia social, ni democracia, menos defensa del medio ambiente. Esta es la gran tarea, además de la educación y salud, que nos debe convocar a los peruanos.
Por Tino Santander
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