La indexación de los cerebros

 

“La corrección política es el totalitarismo moderno”, clama el filósofo Slavoj Zizek ante las propuestas intelectuales que pretenden construir nuestras libertades en vez de brindarles camino.

Y es que –en efecto— cuando la tolerancia se vuelve intolerancia y los derechos mismos en deberes compulsivamente impuestos por terceros, abdicamos de ser nosotros y dejamos el mundo en manos de quienes se nos presentan como “la corrección” paradigmática, “el” pensamiento. Casi, casi —para mencionar una obra “políticamente incorrecta”— como El Camino, de Monseñor Escrivá de Balaguer.

Como lo afirma Zizek, vivimos un mundo sin sustancia. El café dejó de serlo, el alcohol tuvo que rebajar sus límites y la carne fue exorcizada. El peso —desde la comida hasta el pensamiento— fue signado por lo light.

Y he allí la hipocresía de lo “políticamente correcto”. Inhibir conductas en nombre de enunciados que se tornan totalitarios, aun cuando se trate de prescripciones light para liberarnos de culpas que no hemos cometido y para que algunos se liberen de sus propias culpas.

En 1478, nuestra Santa Madre Iglesia Católica fundó aquella infame institución llamada Inquisición. Enemiga de las libertades y amiga del fuego que todo lo “purifica”. De allí que se quemasen personas y libros en aras de ese objetivo.

Primero la tomaron contra toda publicación considerada hereje. Luego impusieron censuras previas a las publicaciones. Como recordamos, en 1564 ya teníamos nuestro “Plan Lector”: el Index Librorum prohibitorum. Lo que deberíamos y no deberíamos leer.

Pero en 1571 —para asegurar el cumplimiento de sus objetivos— se creó la Sagrada Congregación del Índice. Una organización que debería estudiar y actualizar el Index. Pero ¿quiénes habían hecho ya las primeras prohibiciones? Curiosamente las instituciones llamadas al saber, a cuestionar y a pensar libremente: la Universidad de Lovaina y originariamente La Sorbona.

Hoy corren supuestos tiempos de libertades. Ningún libro en apariencia se quema o destruye. Ninguno se censura. El plan lector pareciese asegurar libertades.

Sin embargo, un grupo de los llamados a pensar —sobre todo desde las universidades— nos pretenden imponer verdades políticas canónicas. Y para ello han constituido su Sagrada Congregación del Nuevo Index: mezcla de amiguismos, libros (en su mayoría diletantes) y amor, mucho “amor por el prójimo”. Claro, si es como ellos.

Y se ha creado un Index moderno con las llamada acreditaciones de publicaciones. Yo te acredito, tú me acreditas, nosotros nos acreditamos. Si no piensas como nosotros, simplemente no existes.

Un grupo de miembros de esta neo Sagrada Congregación del Index nos dice qué hacer y qué pensar. Es obvio que sus miembros —como antaño— no obedecen ellos a sus verdades “austeras y castas”. Más bien viven y medran de la prohibición y de la censura del pensamiento diferente. ¿Y cómo lo hacen? A través de la certificación de publicaciones.

No interesan Estados ni Gobiernos. La Sagrada Congregación del Nuevo Index asegura su perpetuidad perdonando a “sus pecadores” y acreditándolos y reviviendo como herejía la libertad de pensar libremente.

Curioso destino de gente que se decía (o dice) ser agnóstica o atea: ser herederos de la —acaso— peor de las instituciones surgidas de lo que dicen odiar, esto es de la Inquisición. Y constituirse hoy en perpetuadores de la Sagrada Congregación del Index. Copia nueva, pero función vieja. Totalitarismos y fundamentalismos destinados a indexar el cerebro de todos.