Tino Santander

La guerra es por el poder

Gobierno central se enfrenta con los gobiernos regionales

La guerra es por el poder
Tino Santander
13 de abril del 2020


El Gobierno se percibe abrumado por la crisis, con marchas y contramarchas en una situación que se torna más compleja y dramática cada día. Ya suman miles los infectados por el virus. El ministro de salud, Víctor Zamora, anticipándose a las muertes que se vienen y van a estremecer al país, ha declarado que formará “un comando humanitario para el levantamiento de cadáveres” y precisa que estos se recogerán de los hospitales, los domicilios y las calles “para manejarlos con mucha dignidad y respeto”.

Estos hechos dramáticos forman parte de la guerra que el Gobierno ha declarado contra el Covid 19. Pero para la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, esta guerra tiene un sentido diferente y no solo es contra el virus. Lo dicen en un enérgico comunicado donde denuncian al Gobierno y se solidarizan “con nuestros hermanos gobernadores de Arequipa, Lambayeque y Loreto, al haber sido excluidos de presidir los mismos sustituyéndolos por altos mandos militares”. Los gobernadores también advierten “sobre una posible amenaza a nuestra tan luchada democracia por parte del Gobierno central”.

La doctora Pilar Mazzetti, asesora del Gobierno, ha proferido, por su parte, una enfervorecida declaración de guerra, en la que plantea la formación de comandos para dar la batalla y vencer a la epidemia. El primer ministro Vicente Zevallos, así como el presidente Martín Vizcarra, también utilizan el lenguaje militar para explicar sus acciones y nos dan a entender que la guerra es clave para derrotar al virus que nos invade.

¿Es la derrota del Covid-19 lo que realmente busca el Gobierno? Sin duda es el objetivo primordial. Pero ante el crecimiento exponencial de los infectados y el aumento de los muertos, cabe otra pregunta: ¿tiene el Gobierno la capacidad para dar tranquilidad y confianza a la población cada vez más temerosa, ansiosa y violenta?

La sospecha que ronda es que el presidente Vizcarra va hacia la formación de un Gobierno cívico militar. La guerra sanitaria, por la profundización de la crisis, ha derivado en una plataforma para quedarse en el poder. Puede ser con un gabinete compuesto por una mayoría militar y la participación de algunos civiles. La historia nos enseña que las guerras utilizan el engaño y la mentira. En el caso peruano la guerra contra una epidemia se transformaría en un gobierno antidemocrático por la incapacidad del régimen.

Son los sectores populares y los más pobres los que sufren y sufrirán el mayor peso de la infección y la muerte. Al respecto, el prestigioso y mundialmente reconocido filósofo e historiador israelí Yuval Noah Harari, ha declarado “si el sistema de salud de un país como España tiene dificultades luchando con esta crisis, piensa lo que puede pasar cuando la epidemia se extienda a países como Perú, Bangladesh o Sudáfrica. El mayor número de muertos probablemente será en estos países, no en Europa o Estados Unidos”. Por lo que vemos en nuestro país, solo los privilegiados tienen más posibilidades de salvarse y sobrevivir. Un dato que lo confirma es que el 49% tiene refrigeradora y no hay forma de que el 51% restante pueda obedecer la cuarentena y quedarse en casa.

La guerra del Covid-19 es una máscara para esconder intereses e imponer mediante la arbitrariedad un nuevo capítulo neoliberal. Se acaba de denunciar que el apoyo financiero que reciben los bancos y otros grandes grupos económicos es 30 veces mayor del que reciben los programas sociales que benefician a la mayoría. No se trata tan solo de combatir una enfermedad, sino de la lucha por el poder y de qué intereses están en pugna; es un profundo cambio político, social y económico que va a definir nuestro futuro como nación. La verdadera guerra es por el poder.

Millones de peruanos se preguntan hoy ¿Dios, por qué nos has abandonado? Tal vez deberíamos preguntarnos ¿Dios, para qué nos has abandonado? La respuesta es: para hacer la revolución social y crear una sociedad más justa.

Tino Santander
13 de abril del 2020

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