Tino Santander
La farsa del impuesto a los ricos
El dinero de los impuestos se queda en la burocracia estatal
El Frente Amplio, aliado menor y circunstancial del Gobierno, ha presentado un proyecto de ley para gravar la riqueza y ha desatado la ira de los empresarios y de los opinólogos neoliberales, que los han señalado de “rojos chavistas”. En realidad se trata de una iniciativa política que busca posicionar al Frente Amplio como los defensores de los pobres y utilizar al Gobierno como un espacio de acumulación de fuerzas política para el incierto proceso electoral del 2021.
El Gobierno neoliberal de Vizcarra usa al Frente Amplio como fuegos artificiales para ocultar sus errores en la crisis sanitaria y política que vive el país. Ellos saben que los ricos y poderosos tiene una infinidad de mecanismos para proteger su patrimonio, entonces amenazan con más impuestos a los pequeños empresarios del turismo, que están quebrados pero que son dueños de propiedades, automóviles y obras de arte por varios millones de soles; a los medianos y pequeños mineros de los Andes; a los emergentes informales de los mercados populares; a los medianos y pequeños propietarios de tierra; a los artesanos; a los empresarios gastronómicos (chifas y restaurantes familiares). El entusiasmo del Frente Amplio no va afectar a los ricos, solo va a crear un ruidoso debate que va a fortalecer a los grupos fascistas del país.
Marx señalaba que los socialistas pequeños burgueses son emotivos y ambivalentes, por esos los consideraba enemigos del pueblo. La pequeña burguesía siempre se moviliza pensando en su estatus social y tiene una visión paternalista de la pobreza. Son como los indigenistas del siglo XX que revaloraban el incario, pero despreciaban al indio; o los izquierdistas de colegios y universidades privadas, que le agradecen a Dios porque los pobres migrantes que retornan a sus regiones no saquean los barrios residenciales de Lima, a pesar de su hambre.
El Frente Amplio y la derecha neoliberal no quieren ver que la acumulación de riqueza está concentrada en los monopolios comerciales, en los intereses usureros, en los contratos leoninos, en las deudas tributarias, en las empresas que abastecen insumos para el narcotráfico y el crimen organizado. Ellos saben que el dinero de los impuestos se queda en la burocracia estatal y jamás llega a los cerros y desiertos, donde viven los pobres del Perú.
Los comunistas chinos rinden culto a la riqueza y han construido un Estado poderoso y eficiente. En la India promueven la competencia en el sistema financiero para que los pequeños empresarios tengan créditos baratos y promuevan el empleo digno. Los cubanos han privatizado el agua para darle servicio al pueblo. Y en Europa, los ricos pagan impuestos y no existen monopolios farmacéuticos.
En el Perú la izquierda limeña y los neoliberales sirven a los ricos que controlan los medios de comunicación guardianes de sus intereses. Estos sectores no ven que está en marcha una revolución informal, desordenada y sin liderazgo, que los va arrasar iracundamente y con resultados impredecibles para el Perú.
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