Carlos Adrianzén

La estafa de la ampliación de la base tributaria

Los impuestos destruyen competitividades

La estafa de la ampliación de la base tributaria
Carlos Adrianzén
09 de enero del 2018

 

No hay demagogo o bien intencionado que cuando presenta un programa de elevación del gasto del Gobierno no ofrezca financiar esa maravilla curativa con la ampliación de la base tributaria. Esta práctica tiene múltiples razones para ser muy popular (a pesar de su carácter iluso). Empecemos delineando algunas de ellas, aunque antes, por elemental rigor lógico, definámosla. ¿Les parece?

La ampliación de la base tributaria puede ser definida de tres maneras alternativas, ninguna es inocua. La primera definición nos refiere básicamente a inflar el número de contribuyentes. Es decir, hacer que los agentes que no pagan impuestos, llamados “informales” —esos viejos escapistas de cargas irracionales del sistema tributario y paratributario nacional—, comiencen a pagar impuestos.

El problema aquí se da cuando no respetamos la más elemental lógica económica. El grueso de los informales, tal como los contabiliza el Instituto Nacional de Estadística e Informática, tienen bajas productividades; es decir, tienen ingresos de subsistencia y solo les alcanza para consumir lo básico o —en español simple— lo muy frugalmente necesario. Resulta iluso asumir que por decreto, y dada nuestra institucionalidad, un burócrata va a lograr que millones de peruanos con ingresos de subsistencia que no pagan impuestos sean obligados -por coerción- a hacerlo (por más allá de algún breve plazo).

Para ampliar la base tributaria hay que ensanchar demográficamente el empleo formal de alta o media productividad y contar con un marco de instituciones efectivo y profundo socialmente. Hoy no solo no tenemos ninguno de los dos, sino que —dada la línea demagógica y socialista de la política tributaria local— no parece que realmente queramos hacerlo. Ni los políticos ni los electores locales quieren esto, más allá de la pose.

La segunda dilucidación nos lleva a la ampliación del espectro y modalidades de cargas tributarias (o dispositivos legales) reflejadas en el número de impuestos, tasas y contribuciones con los que la burocracia peruana esquilma a los ciudadanos para financiar gastos mayoritariamente corrientes o burocráticos. En esta dirección —facilista— nos sacamos veinte sobre veinte, si a productividad creando dispositivos legales cero-contenidos nos referimos. En cambio, si hablamos de los avances en lógica y aplicabilidad de las reglas tributarias, la performance es cada año más cercana de la nota cero sobre veinte.

Finalmente la tercera forma de tratar la ampliación tributaria, posiblemente la más pueril, nos lleva a lograr cualquier elevación de la recaudación tributaria, a partir de recargar a los mismos contribuyentes de siempre y a los que caigan. Notemos aquí que la definición de informalidad tributaria nos refiere esencialmente a la capacidad de escapar a la guadaña de impuestos, tasas y contribuciones que se nos impone por ley, desesperación o ideología.

Y es sobre este punto donde el duro título de este artículo se fundamenta. La colección de fracasos que ha caracterizado al grueso de los intentos de ampliación tributaria no ha sido casual. Y es que ampliarla en el corto plazo resulta algo iluso y hasta cercano a imposible. Algo podría hacerse sobre profesionales independientes evasores, pero –entendámoslo- no mucho más de lo que ya se está haciendo, al menos desde la Sunat.

Sabemos que se puede hacer en el largo plazo para aumentar la base tributaria (repetimos: ampliar el empleo formal y reducir cargas); pero en el corto plazo, ofrecer una súbita elevación de la ampliación tributaria es algo muy cercano a una estafa política.

Pero entonces, ¿por qué lo hacemos continuamente? Aquí la respuesta es sencilla e implica dos planos. El primero nos refiere a lo fácil, supuestamente justiciero y hasta encandilador de ofrecer una ampliación de la base tributaria. Suena a que paguen todos o a que alguien pague más. Y que además permitiría que la burocracia gaste más y no nos endeude y recargue de tributos mañana (es decir, al próximo Gobierno).

El segundo plano es puramente ideológico. La posición socialista sobre los impuestos se basa en una omisión. Ellos siempre omiten que lo impuestos destruyen competitividades (indirectos) o empobrecen (directos). Para esta posición ideológica las mayores cargas tributarias son siempre deseables —y las etiquetan como ampliación de la base— siempre. Aunque esta vez las enfocan bajo una perspectiva esquizoide. Con tasas y modalidades impositivas progresivas (mayores castigos a los más exitosos) o diferenciales (al estilo mercantilista).

Lo penoso de esta práctica insisto es que solo esconde una estafa política. Nunca expande la base de contribuyentes ni recauda más. Solo infla lo estatal y el poder discrecional de los burócratas.

 

Carlos Adrianzén
09 de enero del 2018

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